Amado X, Sábado, 17 de diciembre 2011

Amado X, Sábado, 17 de diciembre 2011

Esta noche trato desesperadamente encontrarte entre las sombras. Esta noche, tras la luz, ¡las sombras!, mientras mezclo un poco de te con la lejanía del mundo en un solo trago. Hoy, X, quise besar la boca de la vida, pero esta estaba de espaldas.

Tú que me conoces en la luz y a oscuras, tú, cuya presencia está allá, un poco más allá de ésta carta, entre la confusión de mis letras. Debo escribir brevemente, y tengo mucho que decir. Tanto te amo, tan veraz y real, que la muerte se ha apartado de mi mente, hasta que un día vuelva como hace con todos los hombres.
Si nada te queda, salvo una tierra baldía en el corazón junto a las palabras, ¿qué mejor ocupación que tratar de reconstruir los mundos que te gustaría frecuentar?

La única moraleja que he sacado de la vida, de la mía, es que, en la vida real y en el mundo tangible, a diferencia de la ficción y la fantasía, nada es lo que parece…Por ello el único cometido real que me atañe, es el de devolverles a esos que se encuentran son mis palabras, el sentido a las cosas en toda la magnitud que les corresponde.

Y por eso, querido X., solamente por esa razón deseo férreamente convertir lo indecible en palabras, y desde ellas en nuevos mundos.

Universos que quizás frecuente solamente yo, condenándome voluntariamente a una soledad que no deseo compartir.
Desde que tengo uso de razón, sufro de hiperpirexia, de pérdidas de memoria y de los efectos que dejan en un organismo la sangre incolora. Mi vida no es la de los otros y ésta parece proclamar en silencio la existencia de algún significado para tanta miseria.

Por esta razón y ninguna otra, me pongo frente al mundo, con el miedo al ridículo ciñendo mi corazón. Porque como tú bien sabes, no existe mejor forma de esconder un secreto que ponerlo ante los ojos de todo el mundo. Porque todos miran, pero nadie ve. Es algo que comprendemos ambos sobradamente.
Por ello nadie, a excepción tuya, sabrá de qué trata todo realmente.
Por ello, dejo que los ojos ajenos penetren en mi mirada desolada y descorran por un intervalo de tiempo el velo de mi corazón.

Ahora, mis ojos son un espejo sin fondo y mi espíritu es, en vida, un errante que vagabundea de mundo en mundo en busca de cualquier verdad.

Soy un espectro inexperto, un espíritu perturbado. ¡Oh, que torpe fui al sentir a tantas personas hoy de cerca! ¡Que despilfarradora he sido con los excelsos minutos que me han otorgado! Que quise inmovilizarlos y me hice premiosa. Que quise retenerlos, y se escaparon veloces entre mis brazos que ocuparon a los corazones presentes. ¡Oh Tú, X, que eres yo, que eres “ellos” y de quien son todos mis senderos! No hay nadie tan rica en amor como yo, cuando soy pródiga de amor verdadero.

Tú me ves aquí, el desventurado naufragio de mareas y tempestades en mi propio interior: me ruegas, que vuelva hacía mi misma este ardiente amor por el cual tantas veces busqué volver al mundo de los presentes.

En estos instantes y escuchando la voz de mi imaginación, estoy entornando mi vista al horizonte, buscándote en las nubes- trazos que como globos de tinieblas, se esparcen sobre mi tristeza, algodonando mi ánimo con tu presencia-.

Mientras te doy vida con mis quimeras, soy consciente de que mi vida es y será un sueño del que jamás despertaré.
Mi mente y mi corazón, están a muchas millas del mundo real y tan sólo con los atavíos que uso siempre, puedo soportar mi estancia en él. El ejercicio de vivir, por si solo no borrará el recuerdo de ninguna de las almas que tuve cerca.
¡Qué grande mi agradecimiento ante lo que hoy me ha regalado el cielo!

Pero si la bondad de Dios, si tu bondad, tiene todavía un regalo guardado para mí, como circunstancia que vuelva, similar a la que, tú lo sabes, hoy ha sucedido, (benditos momentos) bendecirías y santificarías mi vida una vez más, mis idas y vueltas, para bien; y podrían los lazos que me unen a la vida ser tan fuertes e indisolubles como las hebras de hilo de la vida de un ser inmortal!
El amor hacía los otros, X mío, me quita la palabra y los velos, me arranca la ropa y corro a esconderme avergonzada...

Claudia, comprendió que cuando el amor (hacía los otros) se instaló en su corazón, no hubo ya cambio alguno que pudiera apaciguarla. Cuando están ausentes los añora, si están presentes, ella arde en la hoguera del mismo amor.

Si es de noche, ella monta guardia al lado de sus lechos celestes mediante la imaginación; si es de día, persigue la noche. Cuando ella, que soy yo, sentimos cerca al prójimo, nos sentimos torpes, temorosas de desperdiciar un solo segundo sin complacerles, con el terrible presagio en el alma, que ese tiempo no va a durar mucho.

Como alguien que cree huir de su destino, cumplo el que es mi destino verdadero: amándo como jamás se ha amado en este mundo:



Tuya intemporalmente, contigo y también sin ti,
C.





Comentarios

  1. Preciosa carta, como todas las anteriores. Ojalá X tambien la lea como yo acabo de hacer.

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