Confesiones de un psicópata
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Confesiones de un psicópata
Estoy muy satisfecho conmigo mismo, por gozar las grandes ventajas que da mi forma de vivir: poder urdir mí día a día, en ausencia holista de una conciencia que me limite. En realidad nunca he formado parte de nada, aunque hago ver otras cosas. Existen una serie de conexiones a mí alrededor, de las que a favor de mi propia suerte y de mis beneficios, me excluyo. Todo es típico, todo el tiempo, excepto yo mismo, claro. No formo parte de las tonterías del mundo.
No siento nada, y eso me hace ser muy poderoso. Si, poseo un terrible poder sobre los demás: Imito sus cursilerías, sus sensibilices, aparentemente me implico en sus pesares, en sus temores, hasta que, finalmente se confían tontamente. La actitud de los otros me resulta irritante y yo les castigo, poniéndoles tramas y llevándoles a la confusión. Pero eso, ya es la coda del juego, aunque si llevara mi propósito a todos sus términos, acabaría también de paso con sus estúpidas vidas, que insultan y sombrean mi gran inteligencia. ¡Me dan asco, todos; sin excepciones! Debo confesar también que me paso buena parte de la noche, dando vueltas en la cama, ideando estrategias para dejar a algunos de mis estúpidos conocidos fuera de sus badulaques juegos. No obstante, me lleva mi tiempo desafiarles mediante sus propia insulsez y desproveerlos de su propia insustancialidad, pero vale la pena. Aunque no me gusta perder el tiempo, dispongo de él para esta clase de asuntos. Elaboro cuidadosas estratégias, con tal de dejarles en ridículo, desarmados y atónitos, y vale la pena ver las lerdas caras que les quedan al final de mis actuaciones. Si algo puedo sentir es repulsión, asco y odio hacía todos esos cuyas vidas se rigen por las ñoñerías.
Cómo es natural, resulta imposible superar tácticamente mi mente, cómo también resultan inaccesibles los parámetros de mi juego. Yo soy más grande que Dios, soy mejor que él: no muestro piedad.
Podría describirme como un perverso polimorfo, narcisista, pero jamás lo admitiría públicamente, ya que no poseo ningún tipo de sentimiento de culpa. Mi noción de perversidad, en cambio, implica una estrategia de utilización de los otros y luego otra, de destrucción, sin que se produzca en mí un desequilibrio de la conciencia. Sencillamente, no la poseo. Me construyo a mí mismo, al saciar mis pulsiones destructoras. Bajo la influencia de mi grandioso “Yo” intento crear vínculos con los demás, atacando muy especialmente su integridad narcisista con el fin de desarmarlos. Luego, me concentro en el amor hacia sí mismos, su confianza en sí, la autoestima y las creencias ajenas. Al mismo tiempo, intento, de alguna forma, hacerles creer que el vínculo de dependencia hacia mí es irremplazable y que son ellos quienes me solicitan a mí. Soy un psicótico sin síntomas y encuentro mi equilibrio al descargar sobre los otros el dolor que yo no siento; mis contradicciones internas que me niego a percibir. Hago daño porque no sé existir de otro modo, me invaden ideas grandiosas sobre mi sublime importancia en el mundo, las fantasías me absorben, soy único, especial y poderoso.
Todos me lo deben todo.
Procuro que nadie comprenda mis intenciones reales. Tan sólo deseo encontrarme a mí mismo y lo hago todo el tiempo: los demás para mí no existen como individuos sino solamente como espejos. Quizás soy una cáscara vacía que no tiene una existencia propia, quizás soy alguien falso que intenta crear una ilusión que enmascare su vacuidad. Jamás me he reconocido como un simple ser humano, pues soy Dios y me he visto obligado a construirme un juego de espejos para tener así la sensación de que existo entre los banales hombres. Soy como un caleidoscopio: por mucho que mi juego de espejos se repita y lo multiplique, no dejo de estar formado por el vacío. No dispongo de sustancia, entonces conecto con los demás como una sanguijuela, intentando sorber sus vidas. Como un despiadado vampiro, necesito alimentarme de la sustancias ajenas. Muy a menudo me siento invadido por “otro” y no puedo ni me permito prescindir de él. Siempre me acompaña una sensación de que se me niega en mi individualidad. Los otros no son para mí individuos, sino reflejos. Cualquier situación que ose poner en peligro mi sistema de espejos - en tela de juicio - que enmascara mi vacío, consigue en mí una reacción en cadena de un furor ilimitadamente destructivo. Soy una máquina de reflejos y busco - en vano - mi propia imagen en el espejo de los demás.
¿Lo dije ya? Soy insensible. No tengo afectos. ¿Cómo podría ser diferente? Pues no deseo sufrir jamás. Desde luego soy mejor que Dios, pues me hallo colocado en una posición de patrón de referencia del bien y del mal y de toda la verdad. Adopto aires moralizadores, de superioridad y de distancia. Por ello exhibo unos valores morales irreprochables con los que doy el pego y también denuncio la malevolencia humana. Después bien sé que presento una total ausencia de interés y empatía por los demás, pero no obstante, deseo a toda costa que los demás se interesen en mí, pues soy grandioso y deben mirarme. Y me lo deben todo.
Mi principio de funcionamiento, es evitar cualquier afecto, sencillamente, los acabo fingiendo según lo que pueda ganar con ello. Mi fuerza estriba en mi magnánima insensibilidad. No conozco ningún escrúpulo ni tampoco ninguna orden moral.
Mi relación con mis víctimas: Mi imaginación no tiene límites cuando me propongo aniquilar la buena imagen que alguien tenga de sí mismo: suelo apuntar directamente a sus puntos débiles, hasta situar a mis elegidos en un registro del descrédito y de la culpabilidad; es decir, procedo a desestabilizarles hasta hacerles sentirse culpables de todo. Acto seguido, opto por descalificarles, privándoles de todas sus cualidades: hay que dedicarse a decirles y repetirles muchas veces que no valen nada, que son un saco de defectos, hasta que acaben creyéndoselo. Al principio procedo de una forma "Light", de un modo soterrado; en el registro de la comunicación no verbal, que yo por supuesto llevo ensayada desde mi más tierna infancia: lanzo miradas despectivas, insinuaciones, alusiones desestabilizadoras, comentarios agrios, observaciones desagradables y les critico indirectamente; una buena manera es hacerlo mediante una broma o alguna que otra burla en público.
Como mi víctima ya la he elegido a conciencia, como vengo mencionando, pues debido a su talante natural por sentirse culpable por todo (en especial muerden muy bien el anzuelo aquellos/as que acaban de tener una reciente pérdida de algún ser querido, han sufrido malos tratos o tuvieron una infancia traumática y por tanto poseen vínculos familiares desunidos y poco firmes y por ello son especialmente frágiles y necesitados de alguien como yo, que les aporte la seguridad que les falta.) Considerarán éstos, por tanto, difícilmente mis "agresiones perversas" como tales, pues suelo transmitirles entre todas ellas un fuerte matíz de seguridad del que difíclimente querrán prescindir, al menos antes de que comienze con la fase del domínio, que suelo aplicar cuando la víctima ya se encuentra desestabilizada y depresiva.
Por ello, les resultará imposible defenderse de nada, puesto que no tendrán unas pautas claras a las que atenerse, siempre puedo hacerles creer que son ellos unos paranoicos, y eso también -podéis creerme, amigos míos -, acabarán por aceptarlo. Puesto que mis palabras les servirán de espejo, un apoyo logrado a sus identidades frágiles y a su falta de confianza ya existente, acabarán así por incorporar mis alusiones en sus autoconceptos y aceptándolo todo como verdades. ¡ Les arrastro conmigo y les acabo por imponer una versión falsificada de la realidad! ¡ Ah, amigos; es todo un arte! Luego, otro buen método que oso emplear con muchísimo gusto, es descalificar a mis víctimas mediante paradojas, mentiras y otros procedimientos similares, exquisitas artes manipuladoras que se extenderán desde mis elegidos hasta todo su círculo de relaciones, que incluye la familia (la poca que pueda tener, no suelo apostar por alguien con un vínculo fuerte, como ya dije). Les hago ver, poco a poco, que todos son unos idiotas y que pueden y deben prescindir de ellos, pues ya me tienen a mí y he de ser necesariamente el núcleo de todas sus existencias. Total: destino todas mis estrategias a hundirlos, y con ello, me revalorizo por completo. Algunas de mis habilidades las he aprendido de los sabios guerreros chinos, uno de ellos: Su Tse, del cual tomé la exquisita habilidad y estratagema, para enfrentar a mi víctima con los otros y así provocar entre ellos rivalidades y celos. Los guerreros chinos lo hacían entre sus pueblos; y os digo que funciona.
Mi perversión interior fascina, seduce y da miedo. Sé que todos me envidian, pues saben que soy portador de una fuerza superior que me permite salir siempre ganando. En efecto, sé manipular de un modo muy natural, soy un verdadero artista. Todo el mundo acaba comprendiendo que es mucho más sabio estar de buenas conmigo que contra mí. Es la ley del más fuerte y punto. El mundo funciona así y lo he visto desde siempre: si los demás no lo ven, que se jodan.
El más admirado es quien sabe disfrutar más y sufrir menos. En cualquier caso nadie presta atención a los débiles, que pasan de ser eso a convertirse en poco listos. ¡Cuánto les detesto! Lo mejor de todo es que cuando mi víctima sucumba a mi voluntad y a mi dominio, ya la habré llevado al punto exacto en el que opte por idolatrarme tanto, que con el pretexto de respetar mi libertad se vea conducida a ignorar su situación. En efecto, una manera de entender la tolerancia hacia mi persona consiste en que acaben por abstenerse en intervenir en las acciones y opiniones que expongo, aun cuando éstas le parezcan desagradables e incluso para ella moralmente repulsivas. Manifiestan así mismo una indulgencia inaudita en relación con las mentiras y manipulaciones que llevo a cabo. Mi lema es: “el fin justifica todos los medios”. Al final, si todo sale según lo previsto, los convierto en cómplices de mis maldades, por pura indiferencia, y acaban perdiendo todos sus límites y principios. Deberían estarme agradecidos, ya que hago de ellos unos seres libres. Eso sí, delimitados entre los cercos de mis dominios. Los psiquiatras de todo el mundo se mostrarían dubitativos a la hora de calificar mi personalidad y sólo lo harían para expresar su incapacidad de intervenir, o bien por mostrar su curiosidad ante mi habilidad deliciosa de manipular, mi intelecto sublime y sumamente retorcido.
Algunos de esos loqueros discutirían mirándome, acerca de un síntoma de perversión moral o tal vez preferirían hablar de psicopatías: un vasto desván en el que tienden a acumular todo lo que no saben curar. Pero mi perversidad no proviene de ningún trastorno psiquiátrico, sino de mi fría racionalidad que combino con la incapacidad de considerar a los demás.
Puedo fingir cualquier enfermedad mental, hacerme pasar por un experto en materia psicoanalítica, puedo cometer actos delictivos por pura distracción o diversión, por los que se me juzgue luego, pero la mayoría de las veces uso mi encanto y mis excelentes facultades de adaptación para abrirme camino en esta sociedad, dejando tras de mí a unos cuantos estúpidos heridos y con sus vidas devastadas. Psiquiatras, jueces o educadores, caerán en mi trampa cuando me haga pasar por víctima dejándoles ver lo que esperan de mí. Para seducirlos mejor, me acabarán atribuyendo sentimientos neuróticos. Mi crueldad es inimaginable incluso para esos psiquiatras, soy un verdadero depredador, un asesino psíquico - por ahora -. Reitero que jamás reconocería mis propios errores, pues simplemente carezco de ellos; no asumo ningún tipo de responsabilidad porque no es mi cometido. Sin embargo, trato de falsear las realidades a fin de borrar cualquier huella de mis supuestas fechorías.
Sub umbra floreo: c.bürk
Confesiones de un psicópata
Estoy muy satisfecho conmigo mismo, por gozar las grandes ventajas que da mi forma de vivir: poder urdir mí día a día, en ausencia holista de una conciencia que me limite. En realidad nunca he formado parte de nada, aunque hago ver otras cosas. Existen una serie de conexiones a mí alrededor, de las que a favor de mi propia suerte y de mis beneficios, me excluyo. Todo es típico, todo el tiempo, excepto yo mismo, claro. No formo parte de las tonterías del mundo.
No siento nada, y eso me hace ser muy poderoso. Si, poseo un terrible poder sobre los demás: Imito sus cursilerías, sus sensibilices, aparentemente me implico en sus pesares, en sus temores, hasta que, finalmente se confían tontamente. La actitud de los otros me resulta irritante y yo les castigo, poniéndoles tramas y llevándoles a la confusión. Pero eso, ya es la coda del juego, aunque si llevara mi propósito a todos sus términos, acabaría también de paso con sus estúpidas vidas, que insultan y sombrean mi gran inteligencia. ¡Me dan asco, todos; sin excepciones! Debo confesar también que me paso buena parte de la noche, dando vueltas en la cama, ideando estrategias para dejar a algunos de mis estúpidos conocidos fuera de sus badulaques juegos. No obstante, me lleva mi tiempo desafiarles mediante sus propia insulsez y desproveerlos de su propia insustancialidad, pero vale la pena. Aunque no me gusta perder el tiempo, dispongo de él para esta clase de asuntos. Elaboro cuidadosas estratégias, con tal de dejarles en ridículo, desarmados y atónitos, y vale la pena ver las lerdas caras que les quedan al final de mis actuaciones. Si algo puedo sentir es repulsión, asco y odio hacía todos esos cuyas vidas se rigen por las ñoñerías.
Cómo es natural, resulta imposible superar tácticamente mi mente, cómo también resultan inaccesibles los parámetros de mi juego. Yo soy más grande que Dios, soy mejor que él: no muestro piedad.
Podría describirme como un perverso polimorfo, narcisista, pero jamás lo admitiría públicamente, ya que no poseo ningún tipo de sentimiento de culpa. Mi noción de perversidad, en cambio, implica una estrategia de utilización de los otros y luego otra, de destrucción, sin que se produzca en mí un desequilibrio de la conciencia. Sencillamente, no la poseo. Me construyo a mí mismo, al saciar mis pulsiones destructoras. Bajo la influencia de mi grandioso “Yo” intento crear vínculos con los demás, atacando muy especialmente su integridad narcisista con el fin de desarmarlos. Luego, me concentro en el amor hacia sí mismos, su confianza en sí, la autoestima y las creencias ajenas. Al mismo tiempo, intento, de alguna forma, hacerles creer que el vínculo de dependencia hacia mí es irremplazable y que son ellos quienes me solicitan a mí. Soy un psicótico sin síntomas y encuentro mi equilibrio al descargar sobre los otros el dolor que yo no siento; mis contradicciones internas que me niego a percibir. Hago daño porque no sé existir de otro modo, me invaden ideas grandiosas sobre mi sublime importancia en el mundo, las fantasías me absorben, soy único, especial y poderoso.
Todos me lo deben todo.
Procuro que nadie comprenda mis intenciones reales. Tan sólo deseo encontrarme a mí mismo y lo hago todo el tiempo: los demás para mí no existen como individuos sino solamente como espejos. Quizás soy una cáscara vacía que no tiene una existencia propia, quizás soy alguien falso que intenta crear una ilusión que enmascare su vacuidad. Jamás me he reconocido como un simple ser humano, pues soy Dios y me he visto obligado a construirme un juego de espejos para tener así la sensación de que existo entre los banales hombres. Soy como un caleidoscopio: por mucho que mi juego de espejos se repita y lo multiplique, no dejo de estar formado por el vacío. No dispongo de sustancia, entonces conecto con los demás como una sanguijuela, intentando sorber sus vidas. Como un despiadado vampiro, necesito alimentarme de la sustancias ajenas. Muy a menudo me siento invadido por “otro” y no puedo ni me permito prescindir de él. Siempre me acompaña una sensación de que se me niega en mi individualidad. Los otros no son para mí individuos, sino reflejos. Cualquier situación que ose poner en peligro mi sistema de espejos - en tela de juicio - que enmascara mi vacío, consigue en mí una reacción en cadena de un furor ilimitadamente destructivo. Soy una máquina de reflejos y busco - en vano - mi propia imagen en el espejo de los demás.
¿Lo dije ya? Soy insensible. No tengo afectos. ¿Cómo podría ser diferente? Pues no deseo sufrir jamás. Desde luego soy mejor que Dios, pues me hallo colocado en una posición de patrón de referencia del bien y del mal y de toda la verdad. Adopto aires moralizadores, de superioridad y de distancia. Por ello exhibo unos valores morales irreprochables con los que doy el pego y también denuncio la malevolencia humana. Después bien sé que presento una total ausencia de interés y empatía por los demás, pero no obstante, deseo a toda costa que los demás se interesen en mí, pues soy grandioso y deben mirarme. Y me lo deben todo.
Mi principio de funcionamiento, es evitar cualquier afecto, sencillamente, los acabo fingiendo según lo que pueda ganar con ello. Mi fuerza estriba en mi magnánima insensibilidad. No conozco ningún escrúpulo ni tampoco ninguna orden moral.
Mi relación con mis víctimas: Mi imaginación no tiene límites cuando me propongo aniquilar la buena imagen que alguien tenga de sí mismo: suelo apuntar directamente a sus puntos débiles, hasta situar a mis elegidos en un registro del descrédito y de la culpabilidad; es decir, procedo a desestabilizarles hasta hacerles sentirse culpables de todo. Acto seguido, opto por descalificarles, privándoles de todas sus cualidades: hay que dedicarse a decirles y repetirles muchas veces que no valen nada, que son un saco de defectos, hasta que acaben creyéndoselo. Al principio procedo de una forma "Light", de un modo soterrado; en el registro de la comunicación no verbal, que yo por supuesto llevo ensayada desde mi más tierna infancia: lanzo miradas despectivas, insinuaciones, alusiones desestabilizadoras, comentarios agrios, observaciones desagradables y les critico indirectamente; una buena manera es hacerlo mediante una broma o alguna que otra burla en público.
Como mi víctima ya la he elegido a conciencia, como vengo mencionando, pues debido a su talante natural por sentirse culpable por todo (en especial muerden muy bien el anzuelo aquellos/as que acaban de tener una reciente pérdida de algún ser querido, han sufrido malos tratos o tuvieron una infancia traumática y por tanto poseen vínculos familiares desunidos y poco firmes y por ello son especialmente frágiles y necesitados de alguien como yo, que les aporte la seguridad que les falta.) Considerarán éstos, por tanto, difícilmente mis "agresiones perversas" como tales, pues suelo transmitirles entre todas ellas un fuerte matíz de seguridad del que difíclimente querrán prescindir, al menos antes de que comienze con la fase del domínio, que suelo aplicar cuando la víctima ya se encuentra desestabilizada y depresiva.
Por ello, les resultará imposible defenderse de nada, puesto que no tendrán unas pautas claras a las que atenerse, siempre puedo hacerles creer que son ellos unos paranoicos, y eso también -podéis creerme, amigos míos -, acabarán por aceptarlo. Puesto que mis palabras les servirán de espejo, un apoyo logrado a sus identidades frágiles y a su falta de confianza ya existente, acabarán así por incorporar mis alusiones en sus autoconceptos y aceptándolo todo como verdades. ¡ Les arrastro conmigo y les acabo por imponer una versión falsificada de la realidad! ¡ Ah, amigos; es todo un arte! Luego, otro buen método que oso emplear con muchísimo gusto, es descalificar a mis víctimas mediante paradojas, mentiras y otros procedimientos similares, exquisitas artes manipuladoras que se extenderán desde mis elegidos hasta todo su círculo de relaciones, que incluye la familia (la poca que pueda tener, no suelo apostar por alguien con un vínculo fuerte, como ya dije). Les hago ver, poco a poco, que todos son unos idiotas y que pueden y deben prescindir de ellos, pues ya me tienen a mí y he de ser necesariamente el núcleo de todas sus existencias. Total: destino todas mis estrategias a hundirlos, y con ello, me revalorizo por completo. Algunas de mis habilidades las he aprendido de los sabios guerreros chinos, uno de ellos: Su Tse, del cual tomé la exquisita habilidad y estratagema, para enfrentar a mi víctima con los otros y así provocar entre ellos rivalidades y celos. Los guerreros chinos lo hacían entre sus pueblos; y os digo que funciona.
Mi perversión interior fascina, seduce y da miedo. Sé que todos me envidian, pues saben que soy portador de una fuerza superior que me permite salir siempre ganando. En efecto, sé manipular de un modo muy natural, soy un verdadero artista. Todo el mundo acaba comprendiendo que es mucho más sabio estar de buenas conmigo que contra mí. Es la ley del más fuerte y punto. El mundo funciona así y lo he visto desde siempre: si los demás no lo ven, que se jodan.
El más admirado es quien sabe disfrutar más y sufrir menos. En cualquier caso nadie presta atención a los débiles, que pasan de ser eso a convertirse en poco listos. ¡Cuánto les detesto! Lo mejor de todo es que cuando mi víctima sucumba a mi voluntad y a mi dominio, ya la habré llevado al punto exacto en el que opte por idolatrarme tanto, que con el pretexto de respetar mi libertad se vea conducida a ignorar su situación. En efecto, una manera de entender la tolerancia hacia mi persona consiste en que acaben por abstenerse en intervenir en las acciones y opiniones que expongo, aun cuando éstas le parezcan desagradables e incluso para ella moralmente repulsivas. Manifiestan así mismo una indulgencia inaudita en relación con las mentiras y manipulaciones que llevo a cabo. Mi lema es: “el fin justifica todos los medios”. Al final, si todo sale según lo previsto, los convierto en cómplices de mis maldades, por pura indiferencia, y acaban perdiendo todos sus límites y principios. Deberían estarme agradecidos, ya que hago de ellos unos seres libres. Eso sí, delimitados entre los cercos de mis dominios. Los psiquiatras de todo el mundo se mostrarían dubitativos a la hora de calificar mi personalidad y sólo lo harían para expresar su incapacidad de intervenir, o bien por mostrar su curiosidad ante mi habilidad deliciosa de manipular, mi intelecto sublime y sumamente retorcido.
Algunos de esos loqueros discutirían mirándome, acerca de un síntoma de perversión moral o tal vez preferirían hablar de psicopatías: un vasto desván en el que tienden a acumular todo lo que no saben curar. Pero mi perversidad no proviene de ningún trastorno psiquiátrico, sino de mi fría racionalidad que combino con la incapacidad de considerar a los demás.
Puedo fingir cualquier enfermedad mental, hacerme pasar por un experto en materia psicoanalítica, puedo cometer actos delictivos por pura distracción o diversión, por los que se me juzgue luego, pero la mayoría de las veces uso mi encanto y mis excelentes facultades de adaptación para abrirme camino en esta sociedad, dejando tras de mí a unos cuantos estúpidos heridos y con sus vidas devastadas. Psiquiatras, jueces o educadores, caerán en mi trampa cuando me haga pasar por víctima dejándoles ver lo que esperan de mí. Para seducirlos mejor, me acabarán atribuyendo sentimientos neuróticos. Mi crueldad es inimaginable incluso para esos psiquiatras, soy un verdadero depredador, un asesino psíquico - por ahora -. Reitero que jamás reconocería mis propios errores, pues simplemente carezco de ellos; no asumo ningún tipo de responsabilidad porque no es mi cometido. Sin embargo, trato de falsear las realidades a fin de borrar cualquier huella de mis supuestas fechorías.
Sub umbra floreo: c.bürk
Te puedo dar mi palabra que el texto en su día lo escribí por un asunto real, nada que ver contigo ni con nadie actualmente. Yo no recuerdo haberte llamado así, si lo hice fue en un momento de calentamiento, que los tengo, pues soy muy de impulsos -eso me hace terriblemente imperfecta- y si tu te dices pequeño, yo me digo diminuta y en el fango, ¡por el amor de Dios! No me tengas por cosas que yo no me tengo. Me ha vuelto a gustar mucho este post tuyo. Muy lejos de juzgar, creo que eres muy educado y correcto, y me enseñas maneras que falta me hacen. Dices verdades como puños. Todo el mundo merece ser escuchado y en mí caso sólo hago más que aprender, que soy eterna alumna, no maestra de nada, jamás lo dije. ¡Por Dios! ¿Qué coño tengo yo que enseñar a nadie? Lo único que quiero es escuchar, leer a los otros y ver la vida a través de los ojos de los otros y tú no haces más que ayudarme con eso y sólo siento agradecimiento. Me han encantado tus frases. Las últimas lo engolban todo, porque el amor a la vida es el respeto a los demás, a las ideas de los demás. Cualquier cosa, ahí me tendrás, estaré encantada de leerte y atenderte. Muy lejos de molestarme en algo me encantan tus aportaciones, no todo tiene que ser reir las gracias y decir sí. He aprendido de tí y estoy segura que tendría un montón de cosas que aprender. Y por favor, nunca más digas de tí que eres insignificante. A mí el poder y los poderosos no me atraen nada, pero sí personas que sepan decir lo que piensan y ahí eres muy grande. Tienes valor y lo expresas tal cual. Y te doy las gracias, muy en serio. Ojalá te llegue el abrazo que desde aquí te mando, ¡ojalá...!
ResponderEliminarEse es mi modelo a seguir.
ResponderEliminarestupido el psicópata que escribio esto, ni idea tiene, dice que no es psicopata y un psicopata nace asi genéticamente no esta enfermo no está loco solo es un cerebro primitivo de antes que el ser humano tuviese empatía es decir son la versión pobre y pasada de moda de los humanos y dan asco menos sienten y mas se creen? dan risa su vida es miserable y sufren porque nos envidian xq los normales si sentimos.
ResponderEliminarAmiga, la que escribió la carta, conocí una psicópata que fue mi pareja por 10 años y ella no era como tu la describes. Son personas terriblemente impulsivas que no parecen en el fondo amar a nadie. Pero si tienen un terrible conflicto interno, por ejemplo mi loca -muy muy psicópata- escribía en las paredes de su apartamento "no importa lo que digan de mi, están hablando de ellos" algo impresionante. NO SON EXITOSOS NI NADA PARECIDO, al contrario todos sus arrebatos los van hundiendo más y más. Es cierto que no tiene empatia alguna pero ella lo racionalizaba como una especie de análisis egoísta donde todos eran unas "ratas" y ella era la que tenia que sobrevivir. Mi loca NO ERA MALA, mentía, engañaba, manipulaba, era probablemente promiscua e incestuosa, irresponsable, SUCIA en su lugar de vivienda, pero no hacia daño a la gente gratuitamente si no como una especie de forma de sobre vivencia demencial frente a la incapacidad de frenar sus impulsos. Ella predecía muy mal las consecuencias de sus actos sin embargo a su manera trataba de calcular de premeditar casi todo aunque al final se convirtiera en un desastre. Es totalmente cierto lo de la mascara y que se aprovechaba de los demás pero casi siempre de forma estúpida. Tenía un ego gigantesco cosa curiosa porque no pegaba una. A veces ME DABA MIEDO. En el sexo NO SON GRAN COSA, algo brutales, torpes. NO PUEDEN PARAR NI UN MOMENTO, son tontamente hiper activos, tienen mucho secretos, especialmente con la victima -que fui yo- TIENEN IDEAS ESTÚPIDAS para cualquier persona, fantasiosas. Mi loca vivía una vida bastante al borde, no se al borde de que pero algo dramática en comparación de los demás. Siempre les pasa algo, SE VICTIMAN Y UTILIZAN ESO PARA PARASITAR. Asfixian a su victima, a mi no me dejaba ni vivir en paz, de esa asfixia NACE EN PARTE LA ADICCIÓN A ELLOS. Cuando se quitan la mascara parecen tener una personalidad bizarra, dicen cosas feas, malas, desconsideradas con todo el mundo. EN LO RELIGIOSO SON INTERESANTISIMOS: pues créelo o no COSIFICAN A DIOS osea que no entienden el asunto de la BONDAD como fin de la religión si no que practican ritos religiosos como una moneda de cambio por la ayuda del Dios en cuestión. Coquetean con la posible victima a explotar, Y NO SIEMPRE LA COSA LES SALE BIEN. SON INFINITAMENTE IRRESPONSABLE a niveles increíbles.Ese que dicen de que copian en su mascara los intereses de su victima ES RIGUROSAMENTE CIERTO. SON UNA VERDADERA LOCURA.
ResponderEliminarLos psicopatías son Seres inadaptados en un mundo donde la interacción sentimental y física siempre será de primera necesidad, ellos no sienten ni amor, ni alegría, ni entusiasmo, están vacios, no saben cómo llenar esa parte de emociones y les da coraje no poder sentir, intentan tratar de percibir emociones pero nunca lo logran, su frustración es ver que los demás SIENTEN, SE EMOCIONAN, DUSFRUTAN SE ALEGRAN, ellos por más que lo intentan jamás lo logran, es como saber que existe el sentido del gusto y jamás poder degustar un buen bocado, saben que la mayoría nacen con ese sentido del gusto y que a ellos les fue negado, frustración saber que jamás sentirán alegría,o amor verdadero. Son inteligentes por qué saben que carecen de eso, tardan en reconocerlo, pero si lo aceptan, con coraje, no sienten el sexo como entrega de amor, solo como desfogue físico, no entienden porque los demás se enamoran y ellos no pueden. Son impotentes en los sentimientos, rencor por no sentirse normales como el resto de los seres vivos los desquicia. Por eso son egolatras, narcisistas y obsesivos. Controlan todo porque piensan que bajo su dominio nadie los puede engañar, pues son los maestros del engaño. No tienen conexión con personas normales. No las entienden, solo se identifican con seres iguales a ellos, son sus aliados, si no formas parte de ese mundo te excluyen aún si eres su hijo, su esposo/a o su hermano, sienten envidia de todos, de ver cómo disfrutan de esta maravillosa vida y ellos no, cuando son viejos/as regresan como victimas pues nunca encontraron quienes aguantarán sus tratos, siempre son abandonados cuando son descubiertos, y ya viejos y solos , recurren a esos hijos que por años abandonaron, alegando que nunca los quisieron y que fueron víctimas de la vida, argumentan como han sufrido y piden que los ayuden en su decadencia de la vejez, los hijos los aceptan sin saber qué otra vez serán manipulados, es un ciclo que no acaba. El punto más débil es ver felices a los demás sin contar con ellos, es el dolor más grande, PERCIBIR QUE NO SON NECESARIOS, Y QUE LOS DEMÁS VIVEN MEJOR ALEJADOS DE ELLOS. JAMÁS LE GANARAS A UN PSICOPATA CON EL DIÁLOGO. LA ÚNICA MANERA DE VENCERLOS ES LA INDIFERENCIA CONOZCO VARIOS PSICOPATAS. Cinco de ellos acabaron viviendo solos, pues nadie absolutamente nadie, aceptó a seguir siendo su complementario. Triste realidad pero es verdad.
ResponderEliminarPuntos para controlarte
quitarte todo poder que tengas sobre ti mismo
Manipularte con miedo a que eres persona que no vales nada
Avergonzarte ante los demás
Criticarte y manchar tu reputación aún si eres su hijo/a
Jamás tendrás la razón , ellos siempre ganan
Controlarte con el poder, el dinero o con la fuerza física
Gritar, gritar y gritar, jamás podrás defenderte
Ponerte trampas para que caigas y reírse de ti
Llevarte hasta el límite y luego decir que tú eres el responsable de la mala situación
Culparte de todo, hoy mañana y siempre
Aliarse con otro psicopata hasta destruirte
Esperar hasta años para vengarse de ti por qué lo descubriste
Inventar y falsificar todo para que tu aparezcas como el culpable
Cuando son viejos y débiles regresan a manipularte atraves de la culpa
Cuando mueren te dejan un resentimiento que nunca fuiste lo suficientemente bueno
El abrazo de la luna
ResponderEliminarMi cuerpo postrado en la arena,
indiferente, abatido, ausente.
Sentía sus manos en mi pelo,
acariciándome dócilmente,
rozando mi cara, mis sueños.
Mi boca pedía sus besos,
mi alma su consuelo,
mi pasado pedía presente,
mi presente sólo verte.
Y oí una voz que me decía:
“El amor lo puede todo”,
y pensé “que gran mentira”,
si por amor me siento solo,
si por amor ya di la vida.
Y la voz continuaba:
“yo te amo sin medida,
no te pierdas en mi ausencia,
levanta mi fiel amante,
no es momento de despedidas”.
Pero ya abrí las puertas,
casi no tengo sangre en mis venas,
¿Por qué no me ayudaste antes,
cuando aún podías?
Y ahora el silencio es mi amor,
y mi amor tu suerte,
porque mi ausencia pedías,
Y te di mi muerte.
A la luz de la luna,
Ella me abrazaba mientras yo moría…
Recuerdo haber dicho sobre el momento en que decidí separarme de él: "junto con él arranqué una parte de mí, como la abeja que se desprende de su aguijón y con él pierde la vida"
ResponderEliminaruna persona psicopata no tiene xq ser asesina mi hijo de 10 años x desgracia es como su padre nos maltrato mucho y ahora me doy cuenta de q mi hijo vivio la cara dura de su padre q lo mantuve durante 13 años y encima no era feliz siempre rebajandome y humillandome y si yo lo tenia q haber dejado pero no lo hice y mi hijo a crecido viendo q asi es como se vive ...humillando maltratando psicologicamente sin importarle eel daño q hace sobre todo a mi q soy su madre y ahora no se q hacer....
ResponderEliminarQ terrible mientras mas me informo,mas puedo descubrir q estube enamorada de un psicopata y q soy mas valiente q la cresta por haber podido salir de todo eso.
ResponderEliminarTodo es difícil sobre todo el apego con ese monstruo que a través de mentira eres una marioneta a sus pies el tipo me utilizo y dejo secuelas terribles por más d 8 año s hasta me negó como pareja decía que éramos amigos tipas por todos lados ahorita está con una qué solo la utilisa para que lo saque del pais y se frecuenta con una vecina para tener sexo el y yo tuvimos una relación de hecho pero el tenía casa cerca o pegada a la mía compartiamos como pareja
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