No pudo ser “ella”

Pudo ser paloma,
pudo ser un lirio:
sólo fue una sombra
y de Dios: ¡delirio!
Es alma que yació sobre los altares,
del vasallo Dios que la pensó;
alma que luchó contra los valladares,
¡Y Dios que la abandonó!
Corazón que se desnudó en un verso cualquiera,
como brisa erró agitado:
¡con tan sólo otra alma que se dividiera,
dominaría ese corazón tan apenado!
Alma; que aunque se halló en primavera,
acogió al invierno sin demora.
¡Y sobre una helada pradera
ninguna flor aflora!
Corazón que se debate
ahora, entre penas y dolores:
¡clamando apagada y mate
el colorido de las flores!
¡Ni liba la mariposa,
ni paladea la abeja
los pétalos de su rosa,
la amarga miel que deja!
Y ha de morir entre fragancias impuestas,
mientras alguien despreció su huella.
Y ha de vivir, negando su entrega y su respuesta,
inconciliable con Dios y con ella.

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