Acerca del destino y de la vida.


Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado, lo que ya está determinado. Entonces como hay azar y como hay destino, filosofemos". (Séneca)
"Lo que no hacemos consciente se manifiesta en nuestra vida como destino" (Carl Jung)


Creo firmemente en un destino de todas las cosas y existencias.

Sólo consigo llenar esos vasos que me dan de beber, que calman mi sed, con ésta convicción, junto con la esperanza de la eternidad. Con el sentido de resonancia con el universo exterior.
Últimamente, y más teniendo en cuenta los últimos acontecimientos de mi vida, me ha dado por reflexionar profundamente acerca de la casuística: la vida no es azar; ¡todos y todo tiene un destino! He creído posible llamar destino a todo aquello que se escapa a mis posibilidades y limita mi poder ante la vida. Cada día comprendo mejor, debido a una alineación de pequeños sucesos, grandes dolores y otras vivencias, que algo muy poderoso me está conduciendo, cogiéndome de la mano. Ahora comienzo a comprender, paso a paso, la necesidad de los acontecimientos pasados que me están conduciendo a una situación actual que parece ser el punto clave de mi existencia.

Schopenhauer decía que únicamente el destino baraja las cartas, pero nosotros seríamos los que las jugábamos...
¡Juguemos!
Pero por mucho que lo hagamos, no existirán perdidas ni ganancias casuales. Todo viene de algo y se dirige hacia alguna parte. La ciencia, inteligente y razonadamente, busca el "por qué" de los fenómenos que nos rodean. Hay explicaciones para todos los fenómenos naturales, para el milagro de la germinación de una semilla, para la gestación de la vida física, para el rumbo de los ríos hacia el mar, para las nubes que se agrupan y luego se disuelven en gotas de lluvia. (No obstante recordemos que la física nunca tiene parámetros idénticos por los que regirnos.)

Pero cuando se topa con el misterio insondable, cuando faltan todas las explicaciones, y cuando es exigua nuestra comprensión, se prefiere la recurrir a la muletilla de la casualidad inestable, antes que conceder la presencia latente de una ley causal que aún debemos desentrañar.

Es posible que últimamente haya dejado de lado cualquier otra teoría y me incline únicamente por la teoría de causa-efecto, todo lo que hacemos tiene sus consecuencias, y todas nuestras elecciones sus repercusiones ¿Pero qué hace realmente que escojamos una decisión y no otra? ¿Es una resolución autónoma o ya estaba predestinado? ¿Cuánto llega a convergir realmente el ser humano su vida?

Las respuestas aparecen claramente: si viviéramos en un desorden cósmico, donde los acontecimientos siguen la única ley de la casualidad, la ciencia y el arte -por no mencionar a las religiones- se reducirían a las "cábalas" necesarias para rasguñar alguna parte de la fortuna que la vida distribuye volublemente. Y ante los fracasos, nunca buscaríamos una responsabilidad personal: la vida es cruel y la casualidad un sin sentido, los culpables de la situación, mientras la conciencia humana se enquistaría más y más en la disculpa de la impotencia ante un destino inexistente.

Machado dijo:"caminante no hay camino, se hace camino al andar".
Y si, en efecto, así es. Pero todo en el fondo conduce a un Karma, destino y a la causalidad.
Quizás escojamos antes de llegar a la existencia, quizás nosotros mismos tracemos nuestros caminos mucho antes de ser conscientes de estar recorriéndolos.
Creer en algo superior que guía, acompaña y nos hace andar lo desandado nuevamente. Una forma de aprendizaje de la que nadie está exento. Causas y efectos que nos sorprendan; nos dejan sin respuesta (aparente). Creo en una intensa hermandad entre átomos, entre el universo y su causa.
Un Karma que indefectiblemente debamos atravesar para perfeccionarnos.

Si no fuera así; nuestro paso por este mundo ¿no sería un sin sentido?
No me resigno a pensar que seamos marionetas en manos del azar. La vida no "huele" a accidente regido por la suerte de las coincidencias.
Todos sabemos en qué grado formamos parte de una sociedad consumista y materialista, desencantada de cuanto nos rodea. Y eso hace creer a muchos, que nuestra vida es un mero accidente, que no importan las decisiones ni las acciones, pues en última instancia todo es casualidad. Esta visión no solo es peligrosa sino antinatural y autodestructiva. Muchos individuos, en especial nuestros jóvenes se han vuelto "nihilistas", no obstante necesitados de creer. Así afloran los tarotistas, chamanes o el esoterismo. El individuo de hoy en día niega cualquier finalidad o significado trascendente de su existencia. De ahí que se está orientando la vida a saciar el propio interés y no el interés común.
¿Realmente estamos aquí solo para trabajar y consumir o divertirnos? Rotundamente NO. Estemos atentos: solo aquel que busca entre las señales que la divina providencia nos deja día tras día, sabrá que todo forma parte de un inmenso y entramado significado. Amigos: ¡la existencia tiene un propósito, por mucho que a veces no sepamos identificarlo! Alejaros de creer que no tenemos ningún control sobre nuestra existencia; esa actitud solo refuerza nuestro victicismo. No huyamos más de nosotros mismos, evadiéndonos en las banalidades para evitar el miedo al vacío. ¡No existe ningún vacío! Mientras sigamos creyendo que nuestra vida no depende de nosotros mismos, seguiremos eludiendo cualquier responsabilidad real sobre la existencia. Y mientras sigamos pensando "esto sólo es un accidente" nos seguiremos marginando de cualquier posibilidad de encontrar la respuesta a: ¿por qué y para qué vivimos? La respuesta la tenéis todos, solo hace falta enfrentarse a la pregunta con las agallas suficientes.

Como decía Gregory Norris: el caos es el orden que todavía no comprendemos.
Nos ciega el egocentrismo y entonces nos preguntamos " por qué" ocurren las cosas cuando deberíamos preguntarnos "para qué" ocurren. Ese "por qué" es totalmente absurdo. Sólo fomenta sentirnos víctimas. Sin embargo, "para qué" hace que veamos las situaciones como una oportunidad y así podemos de paso ejercitar el músculo de la responsabilidad. Una actitud eficiente, constructiva e inteligente. ¿No os parece? Intuyamos el aprendizaje  subyacente en cualquier situación, por dolorosa o desgraciada que esta parezca.
Es cierto que la vida nos sorprende demasiadas veces. Y la verdadera vida no es otra cosa que ese largo camino que emprendemos, aún antes de nacer. Si, a veces la magia de un instante de euforia se transforma, en un segundo, en algo inesperado, incierto; algo que nos toca con su varita y cambia nuestros planes, nuestros proyectos.
Caemos entonces en la autocompasión, en buscar la culpa de nuestros males en factores externos, sumando a los propios defectos de falta de voluntad, indiferencia y cobardía psicológica, la disculpa fácil de un "mundo malo, cruel y sin sentido", contra el que el hombre nada puede hacer.
Y nos derrumbamos, culpando a Dios y a la existencia, porque las cosas no han funcionado cómo nosotros nos empeñábamos.
¿Pero qué es lo que mueve al mundo y a las personas realmente en estos vaivenes? ¿Quién digita nuestro camino y hacia dónde?

Desde cada religión y creencia les adjudicamos distintos nombres: Dios; Energía Divina; causalidad, destino, albur...
Lo cierto es que, aunque pensemos que nosotros podemos dar un giro deciento ochenta grados a situaciones por las que no queremos pasar; ocurre demasiadas veces que las situaciones se hacen inevitables.
¿Vivir el día a día sería la solución? ¿Carpe Diem?
Me pregunto, como tantos de nosotros que hacer para mejorar la calidad en nuestro azar. Hay mil respuestas; mil libros de autoayuda, pero no siempre nos dan una respuesta.
La angustia y el miedo que originan tener que enfrentarse a ciertas realidades bruscas, han hecho que las personas comparen la vida con un juego de azar: nada puede estar relacionado con nada, todo es una simple casualidad, donde algunos salen triunfantes y otros perdedores. Y así, en esta "lotería de la vida", apostamos cada mañana por nuestra suerte y lloramos por las noches cuando la fortuna no nos ha querido favorecer.

¿Acaso alguna vez no pensamos porqué reiteramos hechos que ya nos han hecho mal? ¿Por qué circunstancias, aparecen como ya vivenciadas en algún momento de nuestro caminar en esta tierra?
Venimos con una Misión, todos y cada uno de nosotros, solo tenemos que buscar en nuestro interior y encontrarla.

Cambiar el concepto de casualidad por el de causalidad, mucho más certero y comprobable en la Naturaleza entera. Un juego de causas y efectos iría, pues, relacionando los hechos de modo que la existencia sería una larga cadena, donde cada eslabón tiene su sentido propio y de unión, tanto con el eslabón que le precede como con el que le sigue.
El invisible reino de las conexiones solo puede intuirse y comprenderse con los corazones, desde la actitud humilde y servicial con los otros. Mientras sigamos resistiéndonos a la vida como un aprendizaje, seguiremos sufriendo por no aceptar las circunstancias que nos tocan por orden natural o bien por haberlas cocreado con nuestras acciones, pensamientos o decisiones. ¡No existen las coincidencias! Tan solo la ilusión de que así sea. Los budistas siempre lo supieron: cada uno de nosotros recibe “lo que da” o bien lo que nos toca por mandatos divinos con el fin de aprender (aquí estoy con el cristianismo), lo que elimina toda posibilidad de caer en las garras del inútil y peligroso victicismo.
Amigos: ¡no es fácil vivir! ¡Pero sí que vale la pena intentarlo!

Sub umbra floreo: C. Bürk


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