Otra noche más escribiéndole a X.
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i el amor es la narración de una trama, he de buscar en pie los pre-textos: las sogas con que debo de atar el nudo que otorga el sentido, el por qué, el hacia dónde: el foco narrativo puesto en la sordera justificada de tus ojos. Es la percepción de mi subjetividad quien alumbra el escenario para dar un efecto ahora, una transición aquí, la ilusión destacada a la izquierda y al fondo, junto a la tradicional ventana de lluvia en alborada.
Hoy así te escribo una vez más, arrojando las cartas que me restan sobre tu mesa: de nuevo te expondré mi corazón entre líneas escritas, mientras apuesto mi eterno par de dos contra tu quinto de ases. Frente a ti tienes quién haya podido ser yo: nadie.. y sin embargo quién te admira desde la distancia más lejana, esa que no es mesura de los kilómetros sino de la imposibilidad que de ti me separa.
Reconozco que al haberte inventado por el corazón, vi una esperanza en el absurdo. Observa así, que bajo éstas letras se halla mi naturaleza y ningún afán conmina mis palabras, más que el aprecio y el amor sincero al referirte las obras entregadas desde mi corazón.
En nombre del verbo justifico la blasfemia de nombrar mi amor. Doy nombre a lo inombrable. ¡Ábrase el cielo al final de la frase!
Tu mirada hermética abre las puertas de mí laberinto. Me llevas a correr tras la fantasía, y en espiral caer por el terrible pozo que conduce al reinado de las maravillas. Es locura la voz del tiempo en mis adentros: sucumbir de amor. Tener visiones. Escuchar a los susurros de las nubes. Imaginar mundos. Hablar por boca de las quimeras. Ignorar hacia dónde me lleva el planteamiento de mi amor imaginado. Sucumbir al grito desesperado de la palabra pendiente, ignorarla, abandonarla.....
Lo que me resulta inverosímil es la vida, por ello intento hacer verosímil la ficción. Carezco de la disciplina necesaria para darle sentido a la palabra; es ella quien me otorga el rumbo. Me resulta imposible nombrar el compás de las cosas, pues es complejidad el instante, tridimensional la red que me sujeta al terrible y bello embrujo de lo onírico. Palabras araña, muerden, lamen la flor de la criatura que soy.
Y no soy la que soy...
Mi razón por escribirte en la clandestinidad de un mundo inventado, es abandonar la crisálida que me oprime y que me roba el brillo lunar día a día, al tener que ceñirme entre las apariencias que debo mostrar al mundo.
Si no fuera por quién debo ser, sería la que soy entre estas cartas: paloma cruzando su ventana que aleteando le aliviara las fatigas. Sería jinete que le guiaría sin extraviarse a través de todo laberinto. Armada reina, defensora de tu inocencia y de tu frente. Pudiera ser tu ejército en contra de las calamidades, de tus dolores y tristezas y en un solo segundo transformarme en el oasis dónde tus desvelos encuentren el alivio. Te amaría como en el mundo no se ha amado. Sería tu fiel compañera en la adversidad y en la rutina, cómplice imperiosa en las fronteras, regalándote mi voz, mi alma, mi vida….
Sin embargo, existes solo en mi imaginación por el fin de mis días.
Quisiera que sintieras cuánto te amo desde mi mundo y cuánto es mi respeto por la fuerza y la decisión con las que vives allá lejos en la otra realidad. Te lo mencionaré en cada una de mis cartas, pero sé bien que la palabra no basta si no halla eco en la sustancia del acto.
Rezo así en soledad, pegada a mí la imposibilidad; frente común para las manos en plegaria por quien apenas voy a ser, frente común en visión por mí mucho amor en ofrenda. Prístina luz seré, a penas expuesta ante los ojos de los otros…
Privilegiada, sin embargo, por saberte cerca de tanto en tanto en mi mundo, beso tus atavíos (de ser quien eres, de tu fortaleza y la pasión que entraña tu voz) mientras tu esencia me roza y te paseas a mi lado invisible, haciendo que mi espíritu y ánima vuelvan en si, a la mayor de las intensidades. A penas un soplo soy en tu presencia de quién debo ser: la que tú sabrás ver si mantienes tus sentidos despiertos, si tu mirada vuelve a rozar la mía tan pronto como resulte posible….
La soledad es el cobijo de mis letras. Soy ser de cartografía silente, y no elegí serlo, fue la selección natural: sólo respondo a mi naturaleza, sin posibilidad de huir de ella pues sería huir de mi sombra en el bosque de nunca jamás.
Vengo de los mundos del reino de la metáfora, luz del incidente, artificio para dar vuelta a la realidad y mostrar el revés, que no siempre es trágica la comedia. Siempre es último el aliento inscripto en la llamada. Soy mujer de palabra y de tareas impuestas por los demás. Cumplo en virtud de la cruz que me toca llevar a cuestas, torpe caigo de rodillas antes de llegar a la cima de la ola; desde la altura me arrojo en espuma por borrar la huella de un pasado,en la arena de mi historia. Arena de fiesta brava en mar embravecido.
Yo no soy yo. A mí no se me ocurriría nunca decir todo esto; yo soy la de las mil apariencias; yo nada más represento, soy un papel donde se inscriben las letras de una tal C. ; ojalá fuera yo la que soy entre estas palabras y ser entendida en mi plenitud sin exigencias. Sin embargo es mi nombre mero vuelo de la coincidencia. Empleo la dialéctica de los sentidos, la clave de sol donde resuena el ritmo de mi corazón. Sin dualidad, sin opuestos a cuyo linde referir mis sentimientos, me expongo a ti de esta manera.
A estas cartas les faltará su respuesta. Sin embargo nada sé de esto que escribo, en la vida real, porque nunca antes la había referido mi esencia; soy simple relatora de mi estrecha percepción. Y si esa voz no es la tuya, no importa, pues entonces tal vez sea la llamada de en eco desde el canto de las quimeras.
Quizás resulten absurdas mis palabras, molesta mi incógnita.
Ruego tu indulgencia si tal fuere la impresión; debes tomar por cierta mi palabra en lienzo blanco, como bandera de veracidad. Tú eres quien la dirige, en su ritmo me inscribo, sin advenimientos a los cuales no he sido convocada. Es cosa de comprender naturalezas, la mía consta de un puñado de palabras: es cuanto he podido ofrecer sin faltar al dictado de mi sangre y sin por ello causar ofensa. Ruego a las musas por que mi palabra no te resulte infamia, pues he pasado mil y un vidas para contemplar sentimientos purísimos como los que me conminan a relatarte sin pudor y sin miedo y sin afán.
Quede pues la palabra empeñada y el alma atenta a los murmullos del amor a la distancia, querido X.
Desde Nunca Jamás y en recorrido hasta Siempre. Con absoluto respeto y estima,
bajo tus pies, en la sima del volcán, te adora:
C.
Gracias por el enlace y la lectura. Está muy bien y es muy original, aunque reconozco que algunas cosas se me escapan porque no soy un experto en literatura, como ya te comenté.
ResponderEliminarSe nota que escribes con el alma y el corazón y eso es muy difícil. Yo no soy capaz de hacerlo cuando pinto la mayoría de las veces.
También me ha gustado porque demuestra que el arte en general es un buen medio de escape y liberación.
Un abrazo.