Crítica sobre mi novela Las nueve ventanas de Jeanne Bardèot por Crítica de Libros

Las nueve ventanas de Jeanne Bardèot

Claudia Bürk
Grup Lobher, febrero de 2011.
436 páginas, versión rústica solapas
20.00€
Versión tapa dura
21.90€

Claudia Bürk (Valladolid, 1971) es una narradora impecable, con talento y sin ambición, pero también lo es por evasión y pulsión. Pocos autores me han conmovido tanto, hasta el punto de que, cuando llegando casi al epílogo, lloré conmovido. Y aquí lo admito sin vergüenza.

Teniendo en cuenta que la autora hasta la adolescencia no dominaba el idioma castellano, viviendo hasta cumplir sus dieciséis años en Alemania, me sorprende –y mucho- y me pregunto, ¿cómo logra el exquisito y consumado lenguaje? Claudia apunta maneras clásicas, decimonónicas, su léxico es perfecto y sorprende la enorme capacidad descriptiva que tiene.
Podemos ver todos los parajes descritos; ella logra que con su novela que veamos una película con escenas pulidas y coloridas. Sabe introducir olores, paisajes, y emociones, evitando siempre la acumulación. Hay poesía entre las páginas del libro, cuyas condiciones se fusionan en una voz de un “yo”, que es la isla que representa su protagonista en medio de los otros y el mundo. Que en su ideario, no puede ser otra que la más profunda voz de la soledad y exclusión entre la normalidad cotidiana. Para decirlo con vocablo propio de Claudia, la voz de una proscrita.

Si algo le gusta a la autora es vivir, o mejor, sobrevivir, ¡y vaya si lo hizo! Es un libro intenso, con moraleja, con un final inesperado y cabal. Una explosión, a lo sumo.

Claudia juega al despiste: como también lo negó Truman Capote, ella se niega a hablar de una novela autobiográfica. Nos cita a Chesterton, que dijo: “Una buena novela habla de su protagonista, una mala de su autor”. Claudia nos reta a que juzguemos su obra.

No todo en la novela tiene porque ser real, nos dice. Y la demarcación entre ficción y no ficción, entre lo falso o lo real, han permitido a la autora una enorme libertad.

Sin embargo opino que Claudia deja caer esa venda que también tapa los ojos de la protagonista y que posa sobre la cubierta del libro. Ambas se fusionan, autora ypersonaje, sin máscaras, ofreciéndonos una obra sustancial que juega a distraernos todo el tiempo, ofreciéndonos por el camino secretos y lecciones: a ratos parece una novela de misterio, a ratos una novela de ficción, drama a veces, profundamente psicológica y hasta sexual otras. Sin embargo, siempre una novela emotiva.

Estoy seguro que este libro nace desde el borde de un abismo. Sólo quien haya sentido con intensidad las adversidades, la soledad y el dolor puede ser capaz de descripciones de tal magnitud. Y si ese no es el caso de Claudia, estamos desde luego ante un genio femenino que sabe tirar diestramente de hilos muy bien colocados y que juega con una sutileza inteligentísima.

Para mi (y sé que Claudia no me perdonará que lo mencione) el libro es una autobiografía novelada que evidencia el deseo de que el lector descubra sus secretos poniéndolos a la vista sin tapujos, bajo el pretexto, “tan sólo es una novela, a mí no me miren”. La autora escribe sin traicionarse, logrando dar ritmo a la trama según avanza su lectura, da vida al diálogo y flexibilidad a las acciones. El ritmo es, al principio del libro, lento. Su velocidad se duplica al llegar a la mitad del mismo y entra en un presuroso ritmo, desenfrenado, y con gran acción hacía la mitad final.

Acabo de terminar de leer el libro y me he ido corriendo a escribir estas impresiones, lleno de entusiasmo y profundamente conmovido, desde luego. Soy sacerdote católico, por ello me veo obligado a mencionar un pellizco: no todas las ideas que refleja el libro casan con las ideas de nuestra iglesia. Este es también el motivo por el cual prefiero el preservar el anonimato, si la autora decide publicar esta reseña. He querido leer el libro desde la perspectiva de lo que es: una novela defantasía.

No tengo más remedio que señalar un pálpito decisivo en la novela, que, más allá de contar una historia extraordinaria que justifica la existencia del dolor en las vidas, nos habla del valor de la fe.

En la novela late el pulso enérgico de una gran mística. El pulso de una escritora clásica que escribe todo desde el corazón, que escribe desde dentro de sí como a mi modo de ver, no lo he visto hacer nunca a nadie. Claudia Bürk, pese a ser una autora neófita, es una narradora consumada y en conjunto, a la novela le doy un notable alto, rayana a un sobresaliente. Soy un lector exigente, amante de las novelas sutiles y descriptivas. Y este libro ha llenado todas mis expectativas: no tiene desperdicio, lo digo claro y alto: la novela de Claudia Bürk la califico de obra maestra. Su libro, “un símbolo entre el idioma de las Altas Esferas”, merece ser recordado por los siglos de los siglos.

M. S.

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