Quién hace escribir a Claudia.


César...
famoso líder romano
cansado y aburrido
posiblemente hastiado
aseguró haber sufrido
pesadillas en un sueño
más de una vez repetido
murmurando al despertar
Vine...
Vi...
Vencí...
¡Palabras acertadas
en el idioma latín
muy usado en aquel entonces
por ignorar el castellano
y también el irdín.
¡Tan sencillo y ufano
y fácil de escribir
sin boca ni mano...
¡No era tonto el muy pillín!

Por extraño que parezca
fueron debidamente celebradas
manuscritos y grabadas
al ser casualmente pronunciadas
quedando para siempre inmortalizadas
y por nadie, que yo sepa,
igualadas.


¡Ver para creer!
Yo, de nombre insignificante,
visible en el otro lado del espejo, fui triste mortal
español y de nacimiento catalán
dicta lo que ella escribe,
yo no cuento para nada,
lo que de mí percibe.

Demonios encierro en su cabeza,
mientras teclea la mano, presa,
atribuyendo sus proezas
a una simple lata de cerveza.

Los demonios van y vienen
nada sanos
susurran frases a las manos
haciendo de ella lo que quieren.

¿Demonios? No. No. No.
Tan sólo uno:
éste viejo pillo
que sabe del disimulo.

Espejo espejito son cuarenta ya los años,
que vienen a estafarla
con sus desengaños.

Se cree no querida.
más son, deplorables  y ceporras
las leyes de la vida:
lo que pareces, eres, es la norma.



Así es como ella siente
encerrada en mi casa
incomprendida, convaleciente.

Existen curiosidades
y múltiples casualidades
al escuchar sorprendido
aquí ha venido un caballero andante
de bigote fino y cabello abundante
Dispuesto a recitarle
un montón de versos
difíciles de interpretar,
sino con mi particular verdad.

Nada a nadie prometí
en mi pasada vida ajetreada
escribir poemas
con el valor de una pomada
para aliviar y curar las ansias y las penas.

Cumpliré lo no prometido
como un deber debido
dándole a sus letras todo el sentido.
Porque soy un muerto entrometido
Burlón, sarcástico y bastante atrevido.

Escribo estos versos
en horas robadas de su sueño
dónde ella, bellísima dama
me sirve su alma
entre edredones y sábanas
para tenerme como su dueño.

Versos escritos,
pero soñados con su quimérico amor
es gardenia su olor
¡Suspiradlo por favor!
Que sea bien recibida
en todos los sentidos.

Solicité su ayuda y ella mi consejo
para adquirir los dos juntos esas flores
que duren por un invierno
y no mueran de calor.
Le pido por favor
que por mis palabras escogiera
si para ella decir las quisiera.

Mucho tengo que decir,
y me da un poco de vergüenza
ya no puedo ni leer ni escribir
debido a mí forzada ceguera.
Estar entre los muertos, ay, ¡pero qué terrible amargura!


Me importa su nombre
solo, lo juro, por curiosidad,
viéndola llena de bondad
y atenta consejera.
No, no os extrañe
me interesa con intensidad
porque soy simplemente un muerto.
Adquirí lo deseado
llevándola a mi hogar
con cariño y esperanza
Pudiéndola admirar.
Y acabar adornando con su sonrisa mi balcón
sencillamente acicalado
con alma y corazón.

Escribo este poema
con más alegría que pena,
más, antes de terminar
yo miro desde aquí
a su melenita curiosa
ni corta, tampoco muy frondosa
colgada de su cabeza,
de una forma muy, pero que muy curiosa.

Qué pena penita que me da
¡inevitable frenesí!
Obligarla a escribir por mí,
haciéndola instrumento de mi mal.

(Por A. T. desde el otro lado del espejo a través de escritura automática transcrito por Claudia Bürk)

Comentarios

  1. Nos servimos los unos de los otros, para dejar nuestros rastros.Pero en la raíz, como hermanos, todos somos uno. Será que, al final, no importa quienes somos... Sino para qué somos. Y por eso, algunos que abren
    su corazón también son bendecidos con el don de prestar, también, sus manos.

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