Prólogo del nuevo libro de relatos "Detrás de la mirilla"
Portada diseñada y realizada por Ricardo Muñoz
Prólogo para mi nuevo libro de relatos "A través de la mirilla"
«Escribir la vida íntima del mundo y de los otros, es
también buscar ese lenguaje de la intimidad de los otros –mucho mejor alejado
de una misma− esa trascendencia escondida en
diálogos oídos en la tienda de la esquina, o en conversaciones con la gente
corriente de cualquier lugar.
Una es una presente de la picaresca
en el mundo.
Una asiste como simple
espectadora a los aspectos más desagradables de la realidad: a todo lo hipócrita.
Paralelamente, emparejada con el análisis de las pasiones que hacen del vivir
la existencia. Y por fortuna también cómo subversiva observadora de todo lo
noble, de lo precioso o de lo más prosaico.
Anegada
a conciencia en esa naturalidad cotidiana a la que a menudo hacemos el vacío,
por vulgar, trato de descubrir en mis relatos algunos de los aspectos
más corrientes del mundo. También entrañándome en algunas de esas cosas a
las que nunca idealizaríamos. Tal vez porque creo que la claridad es la respuesta
más sincera para las culpas y las vergüenzas…
Nacen así las vicisitudes del
argumento de cada relato; a menudo arraigados con su esencialidad en los
detalles menudos. Me gusta así contar historias en virtud de lo inconfeso, dar
aliciente moral a los dilemas humanos más crudos y narrar aunque sea con
desgarro lo que es a menudo visto como vergonzoso.
Lo
aquí relatado redime del vivir sin culpa, sin juicios, desde ídolos de barro.
De estas páginas, de todo cuanto escribo y escribiré emerge por tanto una mujer
aplicada a una sola tarea: guardar la memoria de ciertas vivencias humanas generales.
Tal y cómo lo haría una invisible convidada a la escena de un crimen: describiéndolo
sin modificar un ápice del mismo. Con mirada imparcial: buscando hacer sin
concesiones a la impresión personal, a cara descubierta y en estado puro de las
cosas. Lo que está por decir es infinito. Me duele el silencio de este mundo que
en su dicotomía, con todas sus excrecencias trascendentales –claridad/oscuridad− continúe
dirimiéndose rumbo a los malentendidos, a la desavenencia de sus habitantes.
Así
me hice escritora porque siempre he pensado que entender a los libros era la mejor
manera de hacerlo con el mundo, de modo que cuando apartemos la vista de las hojas,
lo real se torne materia interpretable. Que todo texto sea incluso más claro que
lo sucedido. Ya que, justo en eso, reside el tremendo poder de la literatura: que
la realidad siga, por fin, a la expresión».
Sub
umbra floreo: C. Bürk
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