Otra carta a X


Amado X.

En mi corazón estás desde hace mucho tiempo- mucha es la eternidad- .
Mucha gente piensa que el amanecer de los sueños nunca se alcanza en ésta vida... Yo sé que se equivocan. Las más hermosas visiones nacen de la luz y crecen en la conciencia que en el sereno amar reside. Mí fantasía es la amorosa madre y en un abrazo de mis anhelos amamanta mi imaginación para alimentar aquellas percepciones que en mis deseos residen, para ver crecer aquellas sensaciones que mis ocultados sentimientos ansían.

A menudo, fantaseo contigo...tu mirada me atraviesa, no me ves, pero el brillo de tus ojos coquetea con las ansias de mi alma. Tus pupilas se encuentran con las mías; subliminan su extensión en mi campo de visualización con los sueños, inundando todos los prados de mi percepción. Me sumerjo entonces en el maravilloso lago de tu mirada y fantaseo con el infinito que me convida extraordinariamente.

Quisiera poderte ofrecerte mi paradisíaco cielo, sin embargo existen foscores del pasado que con mis sentimientos en abstracta contradicción ensucian el alma, me mantienen prisionera en las sombras y debo esconder mi verdadera identidad.

Te miro con admiración, desde muy lejos, te vislumbro con respeto; ondeas en la superficie de mis pupilas, dibujado cual gota de lluvia celestial; salpicado como una lluvia de estrellas en el firmamento.
Me siento morir de amor...el destino me lleva a tu vera. Tú, el que siempre tuve cerca, un extraño.

Existe un lugar que habito, más allá de Ávalón. Creo saber que ese lugar seduce a los deshadados, que ese lugar siempre llega con un instante de retraso. Un lugar sin señorío, ¡cuanta vida inscrita en sus tumbas!
Yo, querido X, sufro con tu sufrimiento, sangro por tus heridas y tus dolores me duelen como golpes...No temas, tu lugar no es aquel lugar, es sólo el mío. Lo soñado no se lo puede llevar ningún final. El sueño que te ofrezco es más hondo que la vida, más largo que la muerte. Déjate llevar...

Lo mejor de mi, querido X, quedará cuando yo ya no sea visible y para ese fin me voy preparando sin tregua, pero no obstante sin prisa alguna.
Y ahora, desde la mampara que me ocultó me acerco a ti, solo a ti.
De mi nombre dudo si me llaman, y respondo a la vida con un canto si me llamas tú...

Aquí, a modo de verso, un trozo del rompecabezas que me compone. ¿Puedes tú recomponer mi alma?


Tras media vida sin ti,
no sabes leer el libro de mi cara
desconoces la historia de la niña
cuya vida en muerte fue tallada,
X,¿tan vivo has vivido por la vida
que no atisbas la huella putrefacta
que dejó en mí un honrado personaje?

X, ¿no escuchas el fragor de la batalla
que en el túnel más negro del abismo
libero buscando un rayo de esperanza?
X, ¿no sabes ver a las niñas, que, inscritas,
llevan a fuego la tragedia en su cara?

Agudiza, X, tu oído,
no te asuste la sangre de mi alma.

Como nunca jamás te tuve cerca,
nunca podré sentirme abandonada.



Desde Ávalon, lejos del lugar que buscas, cual si viviéramos siglos, te ama como en el mundo no se ha amado:

C.

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