Entrevista dialogada con Claudia Bürk por Rafael Hernández Urigüen

Entrevista dialogada con Claudia Bürk por Rafael Hernández Urigüen, Sacerdote católico,escritor, Capellán y profesor universitario. Corresponsal de la Revista “Palabra” para el País Vasco. (Redactor en San Sebastián-Donostia)

“La vida, sin ninguna duda, continúa tras la muerte física” “Dios existe” "Tengo pendiente, convencer con todo lo que soy, hago, escribo y reparto, de la existencia de un sentido vital muy profundo, por la mayoría, ignorado o aplazado. Quiero refrescar los tedios, trastornar la rutina, predisponer al asombro, invitar a celebrar el misterio. Quisiera reforzar conciencias y derrotar esa ganga superflua con la que hemos erguido esta existencia moderna, fingida, vicaria y subalterna. Quiero provocar hambre de fe y esperanza y comerme el desencanto del prójimo. Esa es mi real declaración de intenciones, por encima de todo". (Claudia Bürk)

Padre Rafael:
Me resulta de gran interés entrevistar a una escritora, y más a una escritora creyente. La conozco, sé sus respuestas. Normalmente se usa la entradilla para describir al entrevistado, pero no podré ser del todo objetivo. La declaración de intenciones de Claudia es unir a la ciencia con las creencias. Ella afirma que existen o existirán evidencias objetivas que van a confirmar la vida tras nuestra muerte y que no están reñidas con la fe. Y mientras el lector puede formar su propia idea acerca de las convicciones de Claudia Bürk, espero que no caigan en saco roto los consejos de esta mujer, auténtica buscadora de la verdad.
Claudia, viéndote parece que estás deseosa de cumplir una tarea importante para ti, ¿qué es?


Claudia Bürk:
Has acertado. He sido educada mayoritariamente por mi abuela alemana, una persona creyente y honrada, para un mundo que ya no existe y que supongo no ha existido mientras me educó o tal vez nunca existiera. Me pregunto a diario,¿por qué razón contrariamos impunemente nuestra naturaleza?¿No es realmente terrible que lo mejor de nosotros es lo que no somos? Hemos dejado nuestra más íntima verdad, sepultada en las apariencias, en el “querer parecer”, en vez de “ser”, en anestesiar, en encerrar con mil cerrojos nuestros anhelos reales. Nos escondemos de la vida, hasta anularla. Arrojamos nuestra vida a los perros y nos somos conscientes cómo estos la devoran. Nada tiene que ver la vida que estamos viviendo en la actualidad con la remota sed de verdad y de amor con la que vinimos a este mundo antaño. Hemos dejado que humillen nuestra naturaleza. Nos impongan nuestros valores, nuestro estilo de vida. La vida se reduce a trabajar para costear las apariencias en las que nos envolvemos, las máscaras que llevamos porque sin ellas, trágicamente, pensamos que no somos nadie. Sin embargo esas esencialidades, esos valores, esa fe en la vida y en lo que vendrá, al hacer bien las cosas, ese interactuar correctamente con el mundo y el prójimo, ha sido la nota secreta de un violín desvencijado (el entorno hostil) que me hace creer hasta hoy con más y más fuerza, en la fuerza –visible por todas partes– de Dios.
Tengo por tanto pendiente, convencer con todo lo que soy, hago, escribo y reparto, de la existencia de un sentido vital muy profundo, por la mayoría, ignorado o aplazado. Quiero refrescar los tedios, trastornar la rutina, predisponer al asombro, invitar a celebrar el misterio. Quisiera reforzar conciencias y derrotar esa ganga superflua con la que hemos erguido esta existencia moderna, fingida, vicaria y subalterna. Quiero provocar hambre de fe y esperanza y comerme el desencanto del prójimo. Esa es mi real declaración de intenciones, por encima de todo.

Padre Rafael:
¿Cómo crees que la gente logrará creer en el “Más Allá” y en Dios si sólo ven miseria y desencanto a su alrededor? No hay muchas personas que comprendan que Dios ha asumido nuestro dolor en Jesucristo al redimirnos en la Cruz.

Claudia Bürk:
Vivimos en una sociedad especializada en marcar y marginar. Y todos estamos en el ajo. Reinan el más inmoral de los egoísmos, la avaricia desmedida y el provecho propio sin sonrojo. Cristo vino, en efecto, a asumir nuestro dolor con su muerte por y para nosotros, una muerte dolorosa que aceptó por AMOR a los hombres. Hay que entender la grandeza de ese acto. Muchos no parecen querer recordarlo. O se pierden en cuestiones inútiles. Cuando el mensaje fue muy claro.
Cuando dejemos de acuchillar al mundo que nos rodea y a nuestras propias vivencias, volveremos a lo esencial. Cuando decidamos desatarnos de la estaca a la que nosotros mismos nos hemos condenado como rehenes de una existencia impostada que nada tiene que ver con los anhelos que nos habíamos formulado de niños, allá en la remota edad en la que aún nos atrevíamos a “ser”.
Cuando abramos de nuevo nuestros sentidos, para resucitar a golpe de ola de mar, a voz de ruiseñor, a grito de niño a esa vida que entre primores de lo más vulgar, es verdadera. Cuando envilecidos por decepciones, renuncias y dolores, cuando temerosos de cualquier nuevo descalabro, nos concienciemos de nuestros miedos y decidamos caminar libres, sin pagar peajes por caminar. Cuando rompamos sin temor el escaparate en el que mostramos una existencia dormida y gangrenada. Entonces Jesús, Dios, volverá a hacer su entrada en nuestras almas, pues en realidad siempre ha formado parte de nosotros, pero el mundo nos lo quiso ocultar. Ignorar a Cristo, es como tapar el sol con un dedo.
Uno se convence que todo está impregnado de un profundo sentido cuando se aceptan las circunstancias, todas ellas, buenas y malas, porque todo conduce al más profundo sentido vital. Pero el desencanto es el precio por nuestra vida actual; hemos perdido la esperanza, la fe en que más allá del consumo, de las desgracias y la lucha exista algo más. Hoy día todo es explicable. Vivimos en un mundo donde eres lo que aparentas, como he dicho, donde todo es explicable y el precio es la ausencia de asombro. Antes había más ignorancia, no lo dudo, pero había fe. Y la fe es positiva, te hace vencer obstáculos, te anima a seguir en todo momento, porque sabes que todo tiene un sentido. Volver a tener fe en el propio destino, saber que los hilos que nos mueven están sostenidos por algo más que nosotros mismos, ayuda mucho a retomar la confianza en la fe. Es inteligente ser creyente. Tiene muchos beneficios. Y parto de la idea que todo aquello que es beneficioso, es verdad. Es simple: lo que hace daño, me destruye y desencanta, es por tanto falso. Lo que me aporta vitalidad, ilusión y empeño, es entonces cierto.
Si todos disciernen las cosas de esa manera, llegarán por si mismos a lo más precioso que llevan dentro, lo más expresivo y esencial y con ello a Dios.

Padre Rafael:
Entonces tener fe según tu visión es como una medicina para todo. Sin duda con la fe, se encuentra el sentido de la existencia en esta vida y crece la esperanza en la Vida eterna. No quiere decir que por tener fe las cosas nos vayan a salir mejor humanamente, pero sí sobrellevamos mejor las dificultades con la gracia de Dios…



Claudia Bürk:
Así es. La única manera de luchar en contra de la negatividad que hay en nuestra vida, no es maldecir la oscuridad, porque eso en sí mismo ya resulta negativo, sino vislumbrar el escepticismo que todos llevamos dentro. La forma de mejorar este mundo, es mejorarte a ti mismo, de manera que cada vez que tomes una decisión o hagas alguna cosa, trates de que sea de mayor importancia o de “un mayor nivel”, que lo que hagas beneficie a un mayor número de personas.
Necesitamos calmar nuestra angustia existencial, dar sentido a las injusticias. Sin embargo, nuestra inteligencia intrínseca tan solo se mueve con seguridad ante lo material. La percepción de estar existiendo, el dinamismo de lo real, es lo que hace que la consciencia humana clame por Dios. Para decir que la realidad existe, también hay que admitir necesariamente que existen todas las posibilidades de realidad. La realidad está repleta de creación, de consciencia y mi lógica personal me dice que no puede existir todo eso sin una individualidad de fondo. Entonces, ¿es inteligente o no ceer en Dios y en la vida eterna? He de contestar que hay maneras inteligentes y maneras no inteligentes de creer. La creencia en eso podría entenderse como el rechazo a admitir la clausura del mundo natural que nos rodea, la realidad tal y como la perciben únicamente nuestros sentidos: una realidad pragmática, desalmada, material, consumista, cruel, competitiva y selectiva. Si se entiende bien, la creencia en Dios y en la vida infinita es casi una actitud de rebeldía: desprovee al hombre de la nada trivial y ayuda a complementar y dirigir las manifestaciones de la existencia o realidad. Por tanto, creo que sí, es inteligente y medicinal creer en Dios, acudiendo a él desde la ética, más que desde la credulidad férrea, que nada se cuestiona. Y creo que es inteligente creer en Dios tras haber analizado los pros y contras de hacerlo o no hacerlo.
Y también creo, para concluir, que el misterio de Dios se encuentra de algún modo en nuestro fondo, y este en el misterio de Dios.

Padre Rafael:
Sin duda lo que afirmas es una consecuencia de una concepción que considera la fe como una actitud que permite también el crecimiento de la persona en su dimensión ética. De hecho la Iglesia afirmó en el Concilio Vaticano II que Jesucristo además de revelarnos a Dios como Padre nos revela también el misterio de nuestra humanidad (Cfr. Constitución Gaudium et spes, n. 22), esto es. nos muestra nuestra verdad como seres creados a imagen y semejanza de Dios. La Fe, de todas formas supone dar un salto más allá de la ética, sin ser ciega, sí nos permite confiar en Dios-Amor que no puede engañarse ni engañarnos y nos ama incondicionalmente. ¿Qué les dirías a los ateos y existencialistas, Claudia?


Claudia Bürk:
La ausencia de un sentido existencial, la creencia en la ausencia de una causa concreta que justifique nuestra razón de ser, acaba por rayar en una filosofía tan debilitante, que a mi modo de ver, no merece ser considerada como tal. Vino un día, así por las buenas, el existencialismo a perfumar las proezas higiénicas de la humanidad postmoderna. Es un terrible mal moderno, nacido en una época en que muchos se atrevieron a refutar a la fe y otros tantos ya no necesitan preocuparse de las necesidades básicas pudiendo centrarse en otras cosas además de su supervivencia, una se percata que la genética humana se olvidó de dotar a algunos de una inmunidad bioquímica a existencialismos.
¿No es quizás demasiado pretencioso intentar abordar la realidad interior de cada individuo y mucho mas el de toda la humanidad en general, especialmente porque para abordar a un individuo el único modo es buscar semejanzas de su mundo interior con el nuestro, estudiando sus reacciones? ¡Ay, los seres humanos somos tan engañables! Sin embargo al ateo, al existencialista nada le satisface, nada rellena el hueco en su interior, clamando respuestas: ni esa fiesta que tanto esperaba, el éxito largamente aguardado, el tedio tras la explosión sexual---cuando de pronto un soplo de aire frío les dice: ¿Y ahora qué?
El existencialismo no contiene ni una sola cualidad terapéutica, (a la mente me viene "El extranjero" de Albert Camus....) tan sólo viene para que aceptemos la escena mortuoria del mundo, para dar desesperanza en la poca esperanza que hemos acumulado: y es que para mí la única manifestación de raíz en la querella dentro de todas las falsedades existenciales es la fe. No hablo de fanatismo, hablo de esa fe con la que nacemos como un don, la (esencia), su fortaleza que nos sustenta que nos contiene al recibirla por el Bautismo, la fe en una continuidad no sujeta a la materia ni a la continuada necesidad de llenar deseos.

Padre Rafael:
¿Cómo debemos entonces enfocar la existencia según tu parecer?



Claudia Bürk:
Si ha de tratarse la existencia deberán saltarse las cuestiones inútiles, desterrar terrores o angustias inservibles y exhortar a aceptar de buen modo lo más cruento de la realidad, como trampolín a algo más sustancioso que la mera persecución de deseos perecederos, que cual estrellas fugaces brillan efímeramente en el firmamento nocturno de nuestra constante insatisfacción y ansía de continuidad. Demasiados hombres van persiguiendo estrellas fugaces. La gran mayoría de personas se guía por cometas de consistencia gaseosa y variable. La fe en Dios y en ser recompensado de las injusticias mundanas es la única respuesta a poder vivir en paz.


Padre Rafael:
¿Qué es lo que te ata a este “trabajo” que estás realizando actualmente? Me consta que tu nueva novela en proyecto, tratará el asunto de la “Post-vida”…


Claudia Bürk:
Siempre me ha interesado el tema de la vida después de la muerte. Hay dos clases de personas: los que sabemos que vamos a morir y los que prefieren ignorarlo. De pequeña, mientras mis amiguitas jugaban con sus muñecas, yo visitaba el cementerio y “les hablaba” a los que ya se fueron u oraba cerca de sus tumbas. Es algo innato. Creo que nací con esa afición.
Pude saber por experiencia personal, que existe otra vida.
Pero en este momento, la ciencia no lo puede verificar todavía, aunque pronto se sabrá algo. Por desgracia para los escépticos que tanto exigen, nuestros conocimientos teológicos no poseen “las herramientas” o lenguaje para manejar el asunto con la objetividad por ellos exigida. Esto no significa que esas cuestiones no sean científicas o verdaderas, pero la realidad es que en este momento, la ciencia está en pañales.
Y sí, hay una nueva novela en proyecto, dónde el tema será tratado en profundidad.

Padre Rafael:
¿De qué experiencia hablas, Claudia?


Claudia Bürk:
Cuando mi padre falleció inesperadamente, yo tuve una experiencia maravillosa que cambió mi vida por completo: estando en estado “duermevela” (hallándome entre dormida y despierta), yo vi a mi padre. Conversé con él, toqué sus manos, me abrazó. Y supe que eso me había ocurrido para dar testimonio de lo que existe cuando abandonamos esta vida. Y créame, no fue obra del diablo; hubo demasiado amor en ese encuentro y pronuncié el nombre de Jesús para despojar dudas. Fue un acto involuntario. Sencillamente ocurrió. No hubo intención de comunicarme con él por mi parte. Respeto al Deuteronomio. Huyo de esas cosas, aunque sí las investigo objetivamente, como son la TCI (Transcomunicación instrumental).

Padre Rafael:
Así es, Claudia. El Deuteronomio prohíbe terminantemente la comunicación con los espíritus y fallecidos en el contexto de que esas prácticas denotan una actitud supersticiosa que se entromete en un ámbito que sólo compete a Dios. Dios, libremente se revela al hombre (al hombre y a la mujer) para salvarnos. En la religión judía y en la cristiana sólo Dios salva de una manera libre y sin ser condicionado por el hombre. Dios y el mundo invisible que le pertenece no son domesticables por la criatura humana. En el Deuteronomio se revela la señal de distinción entre la Revelación de Dios y las religiones idolátricas que tanto tentaban al Pueblo elegido por ser sus vecinas. Esas religiones practicaban la magia y la comunicación con los espíritus. Muchas de ellas estaban presididas por ciertos cultos satánicos.


Claudia Bürk:
De eso, como le digo, me he concienciado muy bien. Ya que no sabemos nunca, con ciencia cierta, “quién” está al otro lado cuando usamos oija u otros elementos de “comunicación” con el “Más allá”, por ello recomiendo tajantemente no hacer uso de tales cosas nunca, por el peligro que puedan suponer. Sin embargo, quiero señalarle una serie de sucesos que hablan a favor de la investigación objetiva de la “post-vida”, aceptada por la iglesia católica. Aunque es desconocido por muchos cristianos, - Católicos Protestantes y Fundamentalistas -, la Iglesia Católica ha estado alentando activa y positivamente la investigación de los Fenómenos de voz Electrónica. Dos de los primeros investigadores fueron los sacerdotes católicos italianos Padre Ernetti y Padre Gemelli, quienes se encontraron con los fenómenos por accidente mientras grababan cantos gregorianos en 1952. El Padre Gemelli oyó la voz de su propio padre en la cinta, llamándole por su apelativo de la infancia que decía “Pepino, está claro, ¿no sabes que soy yo?” Profundamente perturbados por la enseñanza católica referente al contacto con los muertos, los dos sacerdotes visitaron al Papa Pío XII en Roma. El Papa les tranquilizó diciendo:
“Querido Padre Gemelli, no tiene que preocuparse por eso. La existencia de esa voz es estrictamente un hecho científico y no tiene nada que ver con el espiritismo. La grabadora es totalmente objetiva, recibe y graba solamente las ondas sonoras, vengan de donde vengan. Este experimento puede quizás llegar a ser la piedra angular de un edificio para estudios científicos que fortalecerá la fe en la post vida de la gente” (Periódico italiano Astra, junio de 1990, citado por Kubris y Macy. 1995:102).
El primo del Papa, el Reverendo Dr. Gebhard Frei, cofundador del Instituto Jung, era un parapsicólogo internacionalmente conocido que trabajó muy de cerca con Raudive, un pionero de la investigación. También era el Presidente de la Sociedad Internacional de los Parapsicólogos Católicos. Él mismo aparece en los documentos archivados diciendo:
“Todo lo que he leído y oído me fuerza a creer que las voces vienen de entidades individuales y transcendentales. Sea que me agrade o no lo que oigo, no tengo derecho a dudar de la realidad de las voces.” (Kubris y Macy, 1995:104).

El Papa Pablo VI conocía muy bien el trabajo que se hacía desde 1959 respecto a las Voces Electrónicas por su buen amigo el productor de cine sueco Friedrich Jürgenson, quien hizo un documental sobre él. El Papa honró a Jürgenson nombrándole Caballero de la Orden de San Gregorio en 1969 por su trabajo. Jürgenson le escribió a Bander, un investigador británico de la voz, lo siguiente:
“He encontrado un oído simpatizante del Fenómeno de la Voz en el Vaticano; he ganado muchos amigos maravillosos entre las figuras prominentes, en la Ciudad Santa. Hoy, “el puente” se cimenta fuertemente en sus fundamentos.” (Ostrander y Schroeder, 1977:264).
El Vaticano también concedió permiso a sus propios sacerdotes para que realizaran investigaciones de las voces. El Padre Leo Schmidt, un teólogo suizo, recogió más de diez mil de ellas en su libro “Cuando los Muertos hablan”, el cual fue publicado en 1976, poco tiempo después de su muerte.
Otro investigador aprobado por el Vaticano fue el Padre Andreas Rech quien, además de conducir sus propios experimentos, asistió a cursos de parapsicología en la escuela de sacerdotes del Vaticano en Roma (Kubris y Macy, 1995:104).
En 1970 la Sociedad Internacional para Parapsicólogos Católicos realizó una conferencia en Austria; la mayor parte de esa conferencia se ocupó de monografías sobre los Fenómenos de la Voz Electrónica.
Cuatro miembros de la muy alta jerarquía católica participaron en las famosas pruebas del estudio de grabación Pye conducidas por Peter Bander en Inglaterra en 1972.
El Padre Pistone, Superior de la Sociedad de San Paulo en Inglaterra, dijo en una entrevista después de las pruebas:
“No veo en las voces nada contrario a las enseñanzas de la Iglesia Católica; son algo extraordinario, pero no hay razón para temerlas, ni veo tampoco peligro alguno.”(Bander 1973:132).

“La iglesia se percata de que no puede detener la evolución de la ciencia. Aquí se trata de un fenómeno científico, esto es progreso y la Iglesia es progresista. Me alegra que los representantes de la mayoría de las Iglesias hayan adoptado la misma actitud que nosotros. Reconocemos que el asunto de los Fenómenos de las Voces agita la imaginación de quienes siempre han mantenido que nunca habría ninguna prueba o base de discusión del asunto de la vida después de la muerte. Los experimentos subsiguientes suscitan serias dudas, aún en la mente de los ateos. Esto, por si solo, es una buena razón para que la Iglesia apoye estas investigaciones.” Una segunda razón puede encontrarse en la mayor flexibilidad de la Iglesia a partir del concilio Vaticano II; “queremos mantener una mentalidad abierta en todos los asuntos que no contradigan las enseñanzas de Cristo” (Bander 1973:103).
Su excelencia el Arzobispo H.E. Cardinale, Nuncio Apostólico en Bélgica comentó:
“Naturalmente que todo esto es muy misterioso, pero sabemos que las voces son para ser oídas por todos” (Bander 1973:132).
Sólo he nombrado algunas personalidades, hay un largo listado.

Desde los 1970s el Vaticano ha continuado financiando la investigación extensiva a todas las áreas de la parapsicología, incluyendo los Fenómenos de Voz Electrónica. Recientemente, el Padre Gino Concetti, uno de los teólogos más competentes del Vaticano dijo en una entrevista: “De acuerdo al catecismo moderno, Dios permite a nuestros queridos difuntos que viven en una dimensión ultra terrena, que envíen mensajes para guiarnos en los momentos difíciles de nuestras vidas. La Iglesia ha decidido no prohibir más el diálogo con los difuntos, con la condición de que esos contactos sean llevados a cabo con una serio propósito religioso y científico (impreso en el periódico del Vaticano, Osservatore Romano, citado por Sarah Step, del Boletín de la Asociación Americana de Fenómenos de Voz Electrónica, Inc, volumen 16 nº 2, 1997).

Claramente, pienso que con todo esto queda claro que la Iglesia católica se da cuenta que la ciencia está haciendo progresos enormes, inevitables, irreversibles, acumulativos y que nadie está en posición de parar.

Padre Rafael:
¿A dónde me quieres conducir al mencionarme estos datos?
La última cita de Gino Concetti sobre que el Catecismo recoge sólo la doctrina de que nuestros difuntos sólo se comunican con nosotros si Dios se lo permite: es una iniciativa de Dios en orden a nuestra salvación, pero no encuentro en el catecismo de la Iglesia ningún apoyo para que nosotros intentemos comunicarnos con ellos. Toda la Doctrina católica desaconseja el intento de esforzarnos por comunicarnos por propia iniciativa con los difuntos, porque esa actitud tiene el peligro del espiritismo y de fondo un planteamiento como de intentar “controlar” el futuro con poca confianza en la providencia de Dios. Jesús nos dice que vivamos en el hoy, sin pensar en el mañana frente a los “gentiles” (todo el mundo ajeno a los verdaderos adoradores de Dios en aquellos tiempos)… El Catecismo enfatiza la verdad de la Comunión de los santos y la conveniencia de ofrecer sufragios por nuestros difuntos. Esta última actitud refleja una fe en Dios y una confianza de que a través de Jesucristo les llegue la gracia por nuestra caridad mientras merecemos en la tierra. También considero que las citas de personajes eclesiásticos que hayan podido alentar este tipo de experimentos, comprobando siempre las fuentes históricas, lo han hecho a título personal. Te aseguro que no me consta ningún apoyo de la Iglesia a proyectos de investigación en la línea que sugieres… Además, quizá, Claudia, lo que mencionas respecto grabaciones, etc. no es ciencia. También los milagros se estudian científicamente pero no para demostrar nada respecto a la acción de Dios, sino para poner de manifiesto que la ciencia no puede explicar lo que ha ocurrido, que aquello no es ciencia. No se demuestra científicamente que eso lo ha hecho Dios. Ese paso sólo lo puede dar la fe. La ciencia llega hasta donde llega. Una voz en una grabación no demuestra nada relevante respecto al origen de la voz. En todo caso se puede concluir que no se sabe de dónde vienen y de donde procede la información que aportan. La ciencia puede comprobar que allí hay una grabación pero que viene de otra dimensión o de otra región vital, que yo sepa, no hay ninguna teoría científica que permita decir que eso entra dentro de la ciencia. En el campo del arte, y sin duda el de la narrativa novelística se puede hacer ciencia ficción con las teorías actuales, como ocurre también en algunas películas en las que se recorre el tiempo hacia atrás y hacia adelante (Terminator, por ejemplo): no deja de ser ciencia ficción proyectando ideas que surgen en cierto tipo de divulgación científica.

Claudia Bürk:
Quiero concienciar acerca de la gran importancia de la fe. Pero que para preservar esa fe, no necesariamente debemos estar completamente a oscuras en cuanto a nuestra post-existencia se refiera. Opino como opinó el Padre Gino Concetti y como lo hizo el Papa Pío XII, que dar evidencias, señales de la post-vida no es sino aportar más esperanza a las personas y reforzar la fe en Dios y en una continuidad. Que no es lo mismo un hecho científico que realizar una sesión de espiritismo, lo cual no lo defiendo en absoluto. Yo busco respuestas científicas que se puedan corroborar con todas la enseñanzas católicas. Por ello estoy ocupándome con la física cuántica. Confío en los lazos que serán tendidos entre ciencia y fe. Personalmente sostengo la teoría que Dios ha creado más mundos y no solo este y que “transcurren” paralelamente a este mismo. Cabe considerar el hecho de que si existen experiencias como las que yo viví, sabiendo que no se trata de alucinaciones ya que pueden verificarse cosas con los las informaciones que han sido dadas, si existen los testimonios de clínicamente muertos, contactos, como lo que he contado que ocurrió con mi padre o verse fuera del cuerpo, significa que tenemos una puerta abierta a tales cosas. Que de algún modo se nos permite entrever el asunto de la post-vida. Que Dios lo permite. Quizás es mucho más que positivo para nosotros, asimilar y comprender con esperanza que existiremos después de concluir nuestro cuerpo de ahora, aquí y que comprender esto no necesariamente invalidaría nuestra necesidad de fe. ¿Ha pensado qué diferencias importantes puede producir en nuestra manera de actuar en el mundo y con el prójimo, si tenemos más esperanza de seguir existiendo tras la muerte?

Padre Rafael:
Sin duda, pero la esperanza nos viene por la Resurrección de Jesucristo que se apareció a las santas mujeres, a los Apóstoles y a más de quinientas personas de fiar – afirma san Pablo- que todavía vivían cuando el apóstol escribió su carta acerca de los testigos de las apariciones del resucitado. La espiritualidad del alma ya fue postulada por los filósofos de la antigüedad (Platón) y siglos más tarde por santo Tomás de Aquino que llegaba a la conclusión de la existencia de un principio espiritual en el hombre al analizar las operaciones de la inteligencia. Con la inteligencia se abstrae a partir de la percepción sensible, formas espirituales (ideas) que trascienden la mera materia. Sólo un potente principio de naturaleza espiritual (el alma) es capaz de captar esas formas. Si es capaz de realizar operaciones más allá de la materia, también puede subsistir sin la materia. Al corromperse el cuerpo, por tanto se deduce que el alma no desaparece junto a él. La iglesia cuando se refiere a la post-vida como tú dices, mira a la Resurrección de Jesucristo que es el modelo de nuestra futura resurrección. Nadie ha vuelto de la muerte para revelarnos nuestro verdadero destino sino Jesucristo resucitado. Los demás no tienen ninguna misión de revelarnos verdad alguna. ¿Por qué tienes ese empeño por explicar (Cómo explicarías entonces tú) la existencia, la vida y la post-vida con esas teorías físicas?


Claudia Bürk:
Como ya dije al principio, mi mayor ilusión sería que iglesia y ciencia se entendieran, se dieran las manos y estrecharan lazos con colaboraciones mútuas. Basicamente estoy de acuerdo con lo que dice, en ningún momento le querré contradecir. Solo que lo que llamamos "alma", creo que puede explicarse mejor. Yo hablo de otras "materias" más sutiles que las conocidas. Y nada contradice las enseñanzas de Cristo. Creo que la clave de existencia física se halla en el vórtice energético de sus partículas. Platón ya pensaba esto. Usted ha leído su “mito de las cavernas”. Hubo otros, como Emmanuel Swedenborg, gran místico del siglo XVIII, también podemos resumir las conclusiones del “libro tibetano de la muerte” en los conceptos que voy a mencionar.
Si todo lo que vemos, escuchamos, y percibimos se mueve a la velocidad de la luz, ¿nos extrañaría aún que hubiera otros planos existenciales en los cuales esos vórtices de las partículas fueran tan rápidos o distintos que no pudiéramos llegar a medir ni percibir tales planos aun en la actualidad? ¿Sería por tanto bien probable que existieran otros mundos entrelazados en este mismo a los cuales accediéramos tras dejar nuestro “envoltorio” material y adaptado a no superar la velocidad de la luz en este mundo, para entonces llegar a otros mundos con también otros cuerpos adaptados? Si al llegar a la velocidad de la luz nos convertimos en luz, ¿qué podemos ser al superar esa velocidad? ¿Viajar al pasado? No. Creo que tendremos una nueva existencia. Y creo que algunos físicos se atreverían a decir lo mismo, planteando así la cuestión. Y ustedes, los miembros de la iglesia católica no tienen que estar necesariamente en desacuerdo con esto. Yo hablo de buscar a Dios en la ciencia, no de seguir perdiéndole en ella.

Padre Rafael:
En la concepción cristiana de la antropología, el cuerpo es mucho más que un envoltorio (aunque lo hayas expresado entre comillas). El cuerpo es personal porque lo informa el alma que se considera “forma substancial del cuerpo”. Cada alma informa su propio cuerpo: el cuerpo individual de cada persona no es intercambiable por otro: el alma de un cuerpo no puede informar otro, aunque fuera un “cuerpo humano”. Los cristianos esperamos una resurrección en la que el alma se unirá a nuestro “propio cuerpo” (entiéndase que no se trata del mismo esqueleto que yace en la tumba). La resurrección implica una acción de Dios que vivifica nuestro cuerpo por el alma en una trasformación de orden sobrenatural, semejante a la de Jesucristo (es nuestro modelo de resurrección). En la concepción cristiana, cada alma sigue manteniendo su propia identidad y no se convierte en otra realidad (por ejemplo la luz), sigue siendo una realidad espiritual directamente creada por Dios y destinada a encontrarse con Dios si muere en amistad con Él. Esa alma en el estad intermedio antes de la resurrección final “tiende” de algún modo a unirse con el cuerpo (espera unirse a su propio cuerpo que es su estado propio. En la antropología cristiana al alma se le denomina forma sustancial del cuerpo. Finalmente Dios por una acción transformadora que parte de Él y de su Omnipotencia providente hará que nuestros cuerpos resuciten en los últimos días, transformados por la gracia, pero nuestros cuerpos a la postre. Esa acción supera todas las posibilidades de la naturaleza, técnicamente se trata de una intervención sobrenatural que sólo a Dios corresponde realizar.

Volviendo a tus argumentos interesantísimos: ¿Al hablar de otros mundos “entrelazados con este”, quieres decir que Dios ha diseñado el cielo, el infierno y el purgatorio como algo físico?


Claudia Bürk:
Quiero decir eso, si, exactamente. Hemos sabido que a través de nuestra historia hubo muchos testimonios de apariciones fantasmales. Siempre se ha hablado de apariciones “de la nada” que han desaparecido y aparecido ante ciertos espectadores. Ustedes, los sacerdotes nos dicen que se trata de “almas del purgatorio” por las que se debe orar. Y bien cierto parece ser eso. Ya que no se encuentran en “su lugar”. Y les creo a estas personas que han visto esto. Pues esos “fantasmas” son posibles, y pueden proceder de otro campo vibracional, mientras por alguna razón se hayan podido adaptar a nuestra velocidad de la luz y bajar la frecuencia de su materia, para aparecer y desaparecer ante nuestros sentidos. Quizás en su “habitat” su materia viajaría a velocidades vertiginosamente más rápidas, o me atrevo a decir, distintas, a cómo lo hace la luz. Al desaparecer, vuelven a su estado cuántico natural. Lógicamente, les debe resultar muy costoso materializarse en nuestro mundo, de lo contrario veríamos constantemente a fantasmas pululando por ahí. Y no es el caso. Así explicaríamos, de paso, también las bilocaciones de Sor María Jesús de Ágreda o el Padre Pío. Es sabido por los físicos y matemáticos que en el caso de las dimensiones, una superior comprende y percibe a una inferior, pero no es así al revés (Vea las explicaciones de Carl Sagan al respecto, en google o youtube; también recomiendo la lectura del libro "Flatland (Planilandia" de Abbott 1884). ¿Y si sucede lo mismo con los estados vibracionales más rápidos o distintos? ¿Podrían los ahí formados, vernos a nosotros, escucharnos y percibirnos mientras nosotros, en estado vibracional más bajo y de naturaleza cuántica distinta, no podemos percibirles a ellos?
Bajo condiciones normales, en nuestro mundo material como lo conocemos, la conciencia ocurre en el nivel fundamental y funcional de la geometría del tiempo -espacio confinado para los cerebros adaptados a nuestro nivel físico. Pero cuando el metabolismo que conduce la coherencia cuántica se pierde, que es lo que ocurre cuando decimos que morimos, la “información cuántica”, el otro cuerpo también físico a otro nivel, se filtra hacia la geometría del tiempo/espacio (¿cielo, infierno?) en esos otros planos que alcanzamos. El alma y nuestra memoria podrían ser sistemas cuánticos. Y todo lo que trato de decir, es perfectamente compatible con las enseñanzas con la iglesia, no contradigo nada, lo reafirmo. Quizás en una de esas pequeñas partículas de las que les he hablado exista toda la información de todas las estrellas y del universo entero, toda la información de Dios. Quizás la realidad es tal, que existimos ya, mientras ahora estamos aquí. La física ya demostró que pueden existir dos partículas iguales a un mismo tiempo, totalmente lejanas la una de la otra.
El cuerpo que ahora tenemos es nuestro vehículo por ESTE mundo, pero debemos dejarlo aquí, pues a los otros mundos que también accedemos o quizás ya estamos accediendo a un mismo tiempo, llegamos con otro cuerpo vibracional.


Padre Rafael:
Ahí queda eso. De todas formas, la identidad personal, individual, de cada alma y cada cuerpo insustituibles no casan con tus hipótesis. También, la teología cristiana ha avanzado mucho en el último siglo al considerar Cielo, Infierno y Purgatorio desde la filosofía personalista que acentúa la relacionalidad: esto es la importancia que tiene en nuestra existencia el encuentro interpersonal. De hecho Juan Pablo II en sus catequesis sobre la escatología o la otra vida, habló del cielo como “plenitud de intimidad con Dios” (sus catequesis sobre el más allá comenzaron el 26 de mayo de 199). Estas son sus palabras: “En el marco de la Revelación sabemos que el ‘cielo’ o la ‘bienaventuranza’ no es una abstracción, ni tampoco un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con la Santísima Trinidad. Es el encuentro con el Padre, que se realiza en Cristo resucitado gracias a la comunión del Espíritu Santo” (Juan Pablo II: Audiencia General, 21-VII-1999)
¿Te gustaría añadir algo más?


Claudia Bürk:
Solo me resta sugerirles a los lectores que exploren las anteriores referencias (se lean el libro “El vórtice” de los físicos Ash y Hewitt y otras teorías (Victor Zammit) que sean relevantes para este tema, y reflexionen sobre todo ello. Existen muchas teorías en el campo de la mecánica cuántica que ayudan a entender mis conceptos.
Todavía me hallo en pañales con respecto a todo aquello que llego a percibir y quisiera explicar en un lenguaje entendible, pero mucho me temo que este es, además de matemático, un Irdin que se parece muchísimo más a una corazonada intuitiva, que a palabras comunes o fórmulas equitativas.
Pero no queda otra alternativa (para el caso de que llegue a todo ese grupo de personas que ennumeré antes), que hacerlo mediante la ciencia, concretamente la física de partículas y concretando aun más, la teoría cuantica de campos. La electrodinámica cuántica es la teoría más precisa que jamás se ha desarollado hasta ahora, acerca de los fenómenos naturales.
¿Qué es un fenómeno natural? Aquello que sucede en y mediante la misma naturaleza, sus reacciones, sus manifestaciones en todos los ámbitos, perceptibles para el ojo humano o no. A escalas microscópicas o bien a escalas macrocosmológicas.
Tengamos todos en cuenta que sólo podemos ser verdaderamente conscientes de la real pero discreta imágen de la naturaleza y su realidad cuando la examinamos a escalas mínimas, ya que de lejos parece homogéna.
De manera similar, la estructura del espacio-tiempo se presenta lisa para el observador, salvo cuando ya empezamos por el principio y observamos su composición con precisión ultramicroscópica. Entonces, percibimos, que nada de eso es correcto. Que la existencia de dimensiones arrolladas* además de las dimensiones extendidas* ya conocidas, es una realidad.
Por esto mismo la relatividad general funciona a la perfección a distancia (y tiempos; hay que decirlo) suficientemente grandes (escalas astronómicas típicas). Empero, está "ley" se vuelve incoherente a distancias (tiempos) cortos. La geometría de superficies lisas o ligeramente curvadas se justifica a grandes escalas, pero se derrumba debido a fluctuaciones cuánticas cuando todo es llevado a pequeñísimas escalas.
Por ello me detengo desde hace algún tiempo sobre resulatdos pequeñísimos llamados la longitud de Planck ( dónde el valor que rige la fuerza de los efectos cuánticos y la debilidad intrínseca de la fuerza gravitatoria se unen para producir este concepto), me doy de morros con la espuma cuántica (esta es el frenesí que pondría de manifiesto un examen microscópico del espacio y el tiempo: un escenario nada habitual en el que las nociones convencionales de izquierda a derecha, atrás y adelante, arriba y abajo, antes y después, pierden todo su significado. El principio de incertidumbre de Heisenberg también me revela datos acerca de otras existencias.
Al igual que Einstein que vió a Dios y el sumo misterio en cada concepto cuántico que iba asimilando, yo también los veo. Y lejos de negar las cosas con la ciencia, no hago más que reafirmarlo todo con ella. Pues de haber un sólo efecto cuántico diferente, como lo pudiera ser un quark de diferente carga, toda nuestra realidad se deformaría, viniendose abajo. El pegamento de toda la realidad y que ésta sea como vemos, no se lo debemos a la casualidad, sino a una conjetura inteligentísima que sin duda, obedece a un diseño magistral de la naturaleza. Yo la llamo Dios, igual que usted.
Si están interesados, busquen más información complementaria de la señalada en esta entrevista, exploren ambos lados de la controversia, (la iglesia católica y la ciencia; ambas resultan fascinantes) y en base a ello, se forme su propio criterio. Esto último es, desde un punto de vista racional, lo más importante: ser capaz de pensar por sí mismo y llegar a sus propias e independientes conclusiones. Pues Dios ya puso las verdades en nosotros al nacer, sólo que hemos olvidado al ir viviendo y eso tiene su funcionalidad: Dios quiere que aprendamos de las experiencias y nos prueba en Amor. Pero reencontrarnos con él a través de nosotros mismos y el prójimo, es grandioso. Dios irrumpe en nuestras vidas con la reminiscencia de un pasado dichoso, un edén que siempre estuvo y está ahí, un provenir benévolo. Viene a decirnos que celebremos la vida y brindemos con el amor llenando nuestras copas.
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*Dimensiones arrolladas: Una dimensión espacial que no tiene una extensión espacial grande observable; una dimensión espacial que está arrugada, enrollada o arrollada, dando así un tamaño muy pequeño, con lo cual escapa a la detección directa.

* Dimensiones extendida: Dimensión espacial (y espacio-tiempo) que es grande y directamente percebible por nosotros; una dimensión con la que estamos más que familiarizados, al contrario de lo que sucede con una dimensión arrollada.

Padre Rafael:
Muchas gracias, Claudia. Sin duda es laudable tu esfuerzo de aproximación a la otra vida desde tus interpretaciones de la mecánica cuántica que planteas desde una óptica tan personal. La fe cristiana alienta a desarrollar la razón y por tanto la ciencia al máximo, y al mismo tiempo afirma que la fe supone un acto de confianza en la veracidad de Dios y de lo que nos ha revelado que “no puede ni engañarse ni engañarnos”. Sin duda nadie queda excluido para recibir el don de la fe pero la fe pide la humildad de confiar en el testimonio de los testigos que recibieron la predicación y contemplaron la vida de Jesucristo: Los Apóstoles y las narraciones de los evangelios. El la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, el rico pide a Abrahán que Lázaro se aparezca a sus hermanos para que crean, y Abrahán responde de manera que siempre nos servirá como criterio: “Te ruego entonces, padre, que le envíes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, para que les advierta y no vengan también a este lugar de tormentos. Pero replicó Abrahán: Tienen a Moisés y a los Profetas. ¡Que los oigan! Él dijo: No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán. Y le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque uno de los muertos resucite (Lucas 16, 27-31). Ojalá todos sepamos armonizar esa fe confiada con el razonamiento que siempre ha alentado la Iglesia y que está tan bien recopilado en su Catecismo.








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