La Pantomima



La Pantomima

A la vida dejo de lado, al sol arrinconado y todas las estrellas a oscuras, si con ello me alcanza la fugacidad de tu sonrisa, la brevedad de tus cabellos, como humo de leño, con la luna llena de tus pupilas asomando, con la media luna de tu cuerpo escondido; ¡en excitante adivinanza corro a descorrer tus velos!



La faz que me da el derecho de gestarte, de intentar desentrañar el acertijo de tu existencia, me da y quita la vida, mientras vas y vuelves, mientras te apartas y asomas. Falta, mucha falta me hacen tus formas inconscientes, tu ya inmortalidad, tu “ya” vuelo de ave, tu sino en el ahora, mientras dejo arrinconada la cadencia de tu voz en el “Buenos días” del mañana.



Una foto te embute desde su marco, reflejando caprichoso y distante tu rostro entre blancos y negros emborronados, obviándote en el letargo, descartándote de lo que no perdura y atrapándote con lo que pudiera ser eterno.



Lo que en este instante y desde este lugar siento que me pertenece no es más que el caos escondido bajo la agónica quietud de tu deserción, y que alerta mi espera al dilema: un hueco insoportable, atiborrado y henchido de desvaríos que se mezclan, se entrelazan trotando sobre tu rostro, ojos, palabras, sonrisa, fines de semana, tiempo maldito, vino espumante y la espera, hasta que nuevamente, el péndulo vuelva y oscile nervioso, dislocando mi tormenta universal de sensaciones, arrastrando astros en parábolas e hipérbolas centelleantes, y, entonces: ¡sí!, un encuentro, un rayo, un volver desgarrado y ser nuevamente la luz, cadencia, flores, televisor, películas, baño, dormitorio, cocina, olvidar la resaca del sueño por no tenerte, ser promisión lagañosa de topar con algo que me duela, algo que aplaque el final de una farsa vestida con palabras de amor, de la rutina lineal que te rompería en dos, perpetua sangría del tiempo nulo, proclamar el estado de coma de los relojes, de un comienzo sin final, tiempo obituario que repite, apenas alienado, apenas latente, la misma pantomima una y otra vez.

Entonces me rebelo, te busco en ese algo que aplaque los comienzos, aplace los finales, que aplaque el descorrer de las cortinas a la realidad, para que esos límites de la nada que se ondulan, se ciñan, agrupan y corrompan, para que sean mis labios, tus ojos, tu lagrimal en el borde del ojo asfixiado de tanto contexto y certeza, sean el sueño descorriendo la cortina de la vida, la mirada fija en lo que enfrente se observa, ver, verse y acercarse al vacío, comprender que el duelo es puente, que la duda es plataforma, escenario, y que más allá del sinsentido, de los huesos como fósforos quebrados, habrá una perpetua cadena de recuerdos, una secuencia de nostalgias superpuestas y un decorado de tela y de sueños para que veamos la vida como es, la nuestra, la que a partir del momento en que tus manos me avisen que debo, descorra los velos y abra esta jaula, para sentir que nos pertenece.

Sub umbra floreo: C.Bürk

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