Entrevista a Roberto Prada Alfonso por Claudia Bürk

“Un día, apreté muy fuerte los ojos y pedí un deseo muy grande que fue dedicarme en cuerpo y alma al mundo del Documental de Naturaleza. En alma no se, pero en cuerpo si que me dediqué un poco, a juzgar por los arañazos, picaduras de insectos, frío, calor, hambre, sed, y angustias varias que pasé, pero siempre me gustó levantarme antes que el gallo y cantarle yo a el, para disfrutar de una jornada campestre”
“Estoy de acuerdo con la afirmación de la hija de Félix Rodríguez de la Fuente, Odile: “No necesitamos otro Félix, si no la capacidad de unirnos para luchar por un cambio”

-¿Cómo surgió en ti la idea de realizar documentales sobre el mundo animal?

Dicho así, parece que soy alguien dentro del mundo del documental, pero nada más lejos de la realidad, lo que hago lo hago por hobby, porque me gusta la naturaleza y compartir mis experiencias, pero insisto, soy un simple aficionado.
Hace unos años, si tuve la inmensa suerte de dedicarme durante algún tiempo a ello profesionalmente.
La culpa supongo que la tuvo el maestro Félix Rodríguez de la Fuente, que fue quien “troqueló” a muchos niños de entonces y que hoy tratan de dar continuidad a su obra y su mensaje. Los documentales de Félix, sembraron en mí una semilla que ha ido germinando poco a poco, a medida que me interesaba por la fotografía, el video y la Naturaleza.
De pequeño me gustaba pintar paisajes, hasta que cambié los pinceles por la primera cámara réflex que me compré, (la segunda todavía no la he comprado) con la intención de adentrarme en el mundo de la fotografía artística.
Ahí estaba yo, haciendo fotos de margaritas y mariposas hasta que un día vi algo en la televisión que llamó poderosamente mi atención: vídeos de naturaleza con diversos fondos musicales. Concretamente hubo uno “On the future of aviation”, música de Jerry Goodman, que me hizo desear hacer precisamente eso: poner música a imágenes de naturaleza en movimiento.
Y compré mi primera cámara de video, (la segunda ya la de cambiado).
Mi primer trabajo… serio, fue como administrativo, pero los fines de semana los dedicaba a viajar a aquellos lugares donde averiguaba que podía encontrar paisajes y fauna interesantes. Me recorrí gran parte de la geografía de la península grabando aquí y allá todo aquello que se movía, corría, volaba o reptaba, hasta que me hice con una pequeña colección de imágenes a las que de forma totalmente casera les puse una música que me gustaba, (empezaba a interesarme también por la New Age).
Hice un montaje un poquito más elaborado y en forma de documental: “La senda del agua” que tuvieron que tragarse mis más allegados parientes y algunos amigos a los que pude convencer, pero fue un amigo de mi padre quien tras aguantar los quince o veinte minutos que duraba me dijo muy seriamente: “macho, has equivocado tu carrera” y eso me hizo pensar: ¿Y si fuera cierto?, ¿Y si estaba realmente perdiendo el tiempo?, yo tenía ya treinta años y en principio parecía demasiado tarde para tomar nuevos rumbos, pero lo hice, me matriculé en la escuela más prestigiosa que conocía (CEV) para estudiar imagen, concretamente el curso que hice fue de reportero gráfico, realización y postproducción.
No había finalizado aún el curso, cuando me enteré de que existía un festival de cine sobre Medio Ambiente en Gabá (Barcelona), y allí envié aquella mi primera obra para participar en la sección amateur.
Fui invitado por la organización del festival, a disfrutar del mismo, ya que “La senda del agua” fue seleccionada como finalista en la categoría que participaba.
La verdad es que tuvo una gran acogida por quienes en aquel momento eran profesionales del tema, allí conocí a Manuela Gutiérrez, quien poco después se convertiría en mi jefa en la productora de documentales COM4HD.

-¿Qué trabajos has realizado? Háblanos un poco de tus proyectos realizados (o por realizar).

De momento que yo sepa, solo se han usado imágenes rodadas por mí en dos documentales: “El Largo Vuelo del Fénix” y “Rio Tinto, Marte en la Tierra”.
El primero fue el principal trabajo que hice en la productora, o al menos el más visible. Me presentaron una serie de posibles proyectos a desarrollar, y elegí al flamenco rosa, me pareció una especie interesante y sobre todo “localizada”, sabía dónde encontrarlos.
Tras una serie de visitas a la laguna de Fuente de Piedra en Málaga y una reunión con el Director de la Reserva Natural, D. Manuel Rendón, iniciamos la aventura.
Para este documental hice de todo, (si me descuido de flamenco también), fui naturalista, ayudante de cámara, operador de cámara y montador. No trabajé solo, pronto se incorporó Pablo Rosso, un gran cameraman del que lo he aprendido prácticamente todo haciendo de ayudante suyo, y Plácido Rodríguez, realizador, de quien también pude aprender cosas que no te enseñan en la escuela. En uno de los rodajes coincidimos con un equipo de TV que cubrían el mismo evento, (el anillamiento de pollos de flamenco por los científicos), y allí conocí a alguien cuyas palabras ya formaban parte de mis registros emocionales, el autor del mejor guión que había escuchado desde la desaparición del maestro Félix, el documental era “El Latido del Bosque” y el guionista Fernando López-Mirones, quien con su experiencia, pasaría a dirigir mis pasos y los del resto del equipo.
Cuando se dio por finalizada la fase de rodaje, nos metimos de lleno con el montaje. En esta época también aprendí cosas importantes, sobre todo a ser minucioso con los detalles, a suplir carencias de rodaje y a condensar la información. El documental dura cincuenta minutos, pero llevó mucho tiempo, años, que viera la luz, y el coste desproporcionado respecto a las perspectivas de ingresos por ventas dieron al traste con la viabilidad de futuros proyectos del mismo nivel en una productora privada que carecía del empuje de la BBC o Nacional Geográfic.

En el segundo documental que menciono: “Rio Tinto, Marte en la Tierra” fui ayudante de uno de las primeras figuras de la dirección de fotografía en España: Valentín Álvarez. En este documental aparecen algunos planos de paisajes rodados en mi periplo de “cazador” solitario, trabajando también para la misma productora.
Fue una experiencia muy interesante y dura al mismo tiempo, ya que no es lo mismo trabajar en equipo que moverte tú solo por la naturaleza con la cantidad de kilos que pesaba el material. Gozaba de bastante libertad de movimientos, limitados únicamente por la mayor o menor accesibilidad de los enclaves a los que me dirigía.
El material obtenido en estos rodajes, pasó a formar parte del archivo de la productora, y que usará o venderá cuando lo estime oportuno o sea necesario.

Y a eso me dedico actualmente, mi proyecto más importante es una forma de vivir, aunque solo sea los fines de semana o cuando libro en mi trabajo: (soy vigilante de seguridad), salgo en solitario al campo para obtener imágenes de la Naturaleza, aunque esta vez sin infraestructura ni medios profesionales, ya que lo hago para mí y para la gente con quien comparto los resultados, que desde luego, no son comercializables.

Ahora mismo, estoy condensando el material de los dos últimos años y recuperando otro más antiguo en un trabajo sobre las estaciones, que aunque está muy trillado, siempre es interesante trabajarlo, porque te ofrece el descubrimiento día a día del milagroso fenómeno del cambio, desde la perspectiva del tiempo, ves como aparecen flores donde hace unos días no las había, correr agua por lo que ayer solo era tierra, cantar pájaros donde solo se escuchaba el silencio, contemplar la metamorfosis del paisaje hasta que llega la segunda primavera que es para mí el otoño y adentrarnos en el frío vivo de las grandes congregaciones migratorias… en definitiva, es una experiencia que te enseña mucho.

Últimamente estoy notando que me atrae mucho el Zen, el mundo minimalista y en definitiva, la recreación en las sensaciones. Más que contar una historia, me apetece volver a aquellos videos en que prima más el aspecto artístico que documental, me apetece muchísimo deleitarme con pequeños detalles, una hoja entre las hojas, una gota de agua que cae al río o un copo de nieve, la mirada de un animal (eso ahora lo tengo más difícil), etc.

-Pienso que existe en España un vacío de éste género desde el fallecimiento de Félix Rodríguez de la Fuente. ¿Qué opinas tú al respecto?

El género como tal, sigue existiendo, se han hecho cosas muy buenas en España, hay varias productoras que luchan por ello. El problema es que desgraciadamente, en nuestro país, los documentales de Naturaleza siguen siendo un género “d”, detrás del fútbol, los programas de cotilleo y los realitys, todo el mundo dice que son lo más interesante de la parrilla, pero a la hora de la verdad la audiencia se la lleva “la Esteban”.

Si lo que me preguntas es si se puede decir que alguien en concreto ha tomado el relevo… yo creo que no. No hay nadie actualmente que pueda decir que ocupa el tremendo hueco que dejó el maestro con su desaparición, Félix era un monstruo de la comunicación, surgido en un momento histórico que no tiene mucho que ver con la actualidad, y hablaba de cosas que en aquella época eran poco menos que inconcebibles: ¡defender al lobo! ¿En qué cabeza cabe?
A parte de lo insólito de su discurso, su voz, la autoridad con que hablaba, la pasión que demostraba… sin igual.

No tenemos hoy un personaje igual, pero sí hay gente trabajando duro y obteniendo muy buenos resultados, yo tengo mi favorito: Joaquín Gutiérrez Acha, que por cierto ha hecho un trabajo increíble en la recientemente estrenada película de Gerardo Olivares “Entre lobos”.

No puedo dejar de mencionar a Luís Miguel Domínguez, quien no solo ha heredado la forma de hablar de Félix, sino que ha emprendido una gran tarea de concienciación con su microespacio “Bioconsejo”.
De todas formas, y como recientemente ha dicho su hija Odile Rodríguez de la Fuente: “No necesitamos otro Félix, sino la capacidad de unirnos para luchar por un cambio”

-¿No temes a los peligros naturales a los que te expones al filmar? Muchos compañeros de profesión se han accidentado o han muerto a causa de esos peligros…

La verdad es que lo he pensado muchas veces, las fuerzas de la Naturaleza son muchas veces imprevisibles, sobre todo la montaña, es muy traicionera, un mal paso en la nieve te puede costar una pierna, te cambia el tiempo de repente y te quedas ahí, la semana pasada sin ir más lejos me pasó eso precisamente, que no pude ir más lejos porque se puso a nevar cuando acababa de trepar por unas rocas, ese era el único camino de bajada y si se acumulaba nieve en ellas, a ver quien baja de ahí, total, que me tuve que dar la vuelta.
Peligros por interacción con fauna también existen, los hay venenosos, los hay con cuernos, con picos y garras y con fauces, pero lo que realmente es de temer, no es la fauna autóctona, que por norma tiende a emprender la huida, lo que más debemos temer es el encuentro con especies exóticas cuya presencia es completamente imprevisible cuando te encuentras en un ecosistema que no debería albergarlas, imaginemos la sorpresa que te puedes llevar si estás grabando o fotografiando aves acuáticas y te encuentras de bruces con un caimán.

Luís Miguel Domínguez ha realizado recientemente un documental al respecto:


-Imagino que es difícil rodar con animales. ¿Cuánto tiempo has llegado a esperar para filmar una escena determinada que tenías en mente? ¡Cuéntame!

Bueno, hay dos tipos de fauna con la que se trabaja: salvaje y… No salvaje, la primera es aquella que goza de total libertad y que hay que ir a buscarla al campo, a su hábitat, y la segunda, es la que se dice que está grabada, filmada o fotografiada en condiciones controladas, para ésta última lo que hace falta es… dinero.
Cuando se trabaja con fauna salvaje, el proceso de la captación de imágenes es mucho más complicado que si tenemos “actores”, pero tanto en un caso como en el otro, existe la posibilidad de que las cosas no salgan como en un principio teníamos previsto, ya que no debemos olvidar que son animales y por tanto nunca tenemos la certeza de que se van a comportar de una forma u otra.
Hay que conocer las características del terreno, el clima, las costumbres (etología) de las especies, saber engañar su instinto. Una buena dosis de paciencia y suerte, y que a la hora de la verdad estés listo para apretar el disparador de la cámara.

La fauna ibérica es por lo general bastante esquiva y desconfiada, cualquier elemento extraño en el paisaje, algo que ayer no estaba ahí, hará fracasar cualquier intento de llegar y besar el santo. Por ello, cuando se coloca un aguardo ó hide (escondite), se suele esperar varios días hasta que se utiliza, para que los animales se acostumbren al “bulto”, en el caso de las rapaces, se entra y se sale de noche, porque con luz podemos ser descubiertos por ellas, hacerlo mal puede significar nuestro fracaso y el de otros que vengan detrás.
La vez que más he tenido que esperar para conseguir una imagen fue en los Pirineos, donde tardé cinco días en ser visitado por el quebrantahuesos, aunque no dormía en el hide, entraba en él a las cinco de la madrugada y salía cuando ya era de noche, y hacía frío, mucho frío.

-¿Cómo es el proceso de elaboración de un documental?

En primer lugar, habría que hacer una distinción entre lo que es un documental, un reportaje y un microespacio de naturaleza. Lo que yo hago no es ninguna de esas cosas, pues aunque utilizo técnicas comunes a los tres, como puede ser la captación de imágenes en un entorno lo menos humanizado posible, el resultado es muy distinto, y los medios para lograrlo también.
Un documental es el desarrollo de carácter cinematográfico de una historia que queremos contar. Es una puesta en escena en la que a través de un hilo conductor (la historia que contamos) se construye una trama con los elementos base de una novela: planteamiento, nudo y desenlace, y en el que hay unos protagonistas que comparten su espacio vital con otras especies (extras). A todo ello se suma el uso de una banda sonora reforzando el impacto emocional que provoque un buen guión. Éste género, normalmente hace imprescindible el uso de fauna troquelada (actores), ya que necesitamos provocar emociones o sensaciones para las que se necesitarán planos muy cortos (miradas, por ejemplo), algo dificilísimo de conseguir en plena naturaleza.
Cuando nos limitamos a describir unos hechos o una situación sin necesidad de sentirnos como un conejo a punto de ser cazado por un águila imperial, cuando nuestra historia puede ser tratada con planos generales sin tener que ver las pupilas del lobo ni asistir a una dramatización de la realidad, podemos encontrarnos frente a un reportaje.
A veces simplemente se da un mensaje corto sin llegar a profundizar en nada, a modo de noticia curiosa o consejo puntual, estaríamos hablando de microespacio y su duración sería de muy pocos minutos.

Sea el caso que sea en el que nos encontramos, lo primero será tener algo que contar, algo que pueda interesar al público, y posibilidad de hacerlo con los medios que podamos conseguir.
La fase de preproducción es en la que se desarrolla todo el estudio de viabilidad de la obra: ¿Tenemos una historia?, ¿Tenemos un guión?, ¿Dónde lo haremos?, ¿Qué medios técnicos y humanos necesitamos?, y una pregunta cada vez más necesaria: ¿Dónde vamos a innovar?, ¿Qué es lo que vamos a enseñar que no se haya enseñado ya?
Puede que en esta fase, tras haber hecho las necesarias localizaciones (determinación de sets de rodaje) realicemos pre-rodajes y pre-montajes con un pre-guión, para hacernos una idea de necesidades que nos van a surgir y que deberemos incluir en las previsiones del rodaje. Esos trabajos previos también pueden servir para sondear las posibilidades de una futura distribución del producto final.

Una vez que se haya superado esta fase preparatoria, entramos en lo que se llama producción, el rodaje. Lo normal es que tengamos un guión previo que nos marque unas directrices a seguir, pero durante el rodaje y dado que no estamos tratando con actores “humanos”, pueden surgir ante la cámara situaciones imprevistas, conductas interesantes o incluso actores espontáneos que puedan interesar y enriquecer el producto final, ello puede cambiar el guión introduciendo secuencias nuevas que no estaban previstas, haciendo de él un guión abierto, y para ello es muy importante que tanto el cámara como el realizador (si lo hay) pongan los cinco sentidos en el entorno.

El ciclo vital de la mayor parte de las especies suele ser de un año, de manera que ese sería el tiempo mínimo que necesitaríamos para cubrir su “historia”, pero lo normal es que este tiempo se alargue a dos años para cubrir el mayor número de circunstancias posibles que no hayan sido rodadas en una temporada.
Sin embargo, con los insectos, este tiempo se puede acortar muchísimo al ser posible modificar su conducta acelerando o ralentizando su ciclo vital, sometiéndolos a diferentes temperaturas.

Una vez que tenemos o creemos que tenemos el material suficiente para que se entretenga el montador, pasaríamos a la fase de postproducción, el montaje.
De aquí saldrá el producto final de nuestros desvelos, es el momento de hacer encajar la imagen, el sonido, la música y la locución que imprimirán el carácter de nuestra película. Puede que surjan desviaciones del guión inicial con motivo de planos o secuencias “sorpresa” o que nos demos cuenta de que faltan planos para contar algo que queríamos incluir, puede que tengamos que solapar esta fase con una nueva de producción, lo cual no por indeseable deja de ser necesario.
Quita, pon, mete, saca, quita, corta, busca, dale la vuelta… y después de más o menos vueltas… el producto.
Puede ser que ese producto todavía necesite un “repasito” en cuanto a sonorización, que suele significar incluir toda la banda sonora.

Terminada esta fase ya lo tenemos, cincuenta minutos de documental que envolvemos para bocadillo y a distribuirlo, pero claro, volviendo a lo de la Esteban: el conejo de campo vende menos.

-¿Cuál es el lugar que más frecuentas o has frecuentado al filmar?

En el corto tiempo que me he dedicado a estos menesteres, he tenido la suerte de visitar muchos enclaves de nuestra geografía, pero por su cercanía a mi lugar de residencia y su gran biodiversidad, Extremadura se lleva la palma, aunque como ya digo, cada tierra tiene sus tesoros y no todas las especies se pueden encontrar en cualquier sitio.

-¿Qué efectos buscas en los espectadores?

Volviendo a mi actividad actual, creo que busco trasmitir sensaciones, más que mensajes, estoy llegando a un punto de inflexión en el que como dije antes, me siento más atraído por la esencia de las cosas que por su historia, si ahora mismo me dijeran que disponía de un lobo para hacer con él lo que quisiera, lo más seguro es que me centrara en el ámbar de su mirada, a ser posible, lo haría un día de niebla o bajo una intensa nevada, y probablemente, gastaría toda la cinta con su mirada.

-¿Existe un guión para el rodaje con animales?

Si, no puedes salir al campo sin un guión, aunque éste solo sea una frase: “llegan las grullas” lo que pase a partir de ahí, dependerá de muchos factores, algunos controlables, como puede ser su querencia a un dormidero o comedero determinados, la preparación de un “escondrijo” para observarlas, la ceba de una zona concreta para asegurarnos su presencia, etc., pero una vez que las tengamos delante… la dehesa es suya.

Otra cosa es el empleo de animales troquelados, cuando se paga un dinero, ya sabemos que es para que el búho haga un vuelo rasante sobre la cámara, salvo que ese día no le apetezca, que también puede ocurrir.

-Se sabe, por poner un ejemplo, y a causa de trabajos de investigación como los que tú realizas, que la hembra de los ciervos elige el macho con el que va a aparearse en función del sexo de la cría que quiere tener. Existen muchísimas conductas sorprendentes en los animales que casi todos ignoramos. ¿Has descubierto tú algunas curiosidades del comportamiento animal y que quieras y te atrevas a explicarnos?

Bueno, me han pasado anécdotas con diversos animales que a mí me resultan de lo más curiosas, de ahí a que lo haya descubierto yo…
Por ejemplo, una fría noche de invierno, en una dehesa de Extremadura, fui a colocar mi escondite bajo una encina cualquiera que estuviera situada en medio de la inmensa finca, y a la que había observado días anteriores, acudían grandes bandos para alimentarse. Como no podía introducir el vehículo en la dehesa por no ser un 4X4, me vi obligado a hacer varios viajes para llevar el material a la encina que eligiera, de modo que cogí parte del material y me puse a caminar. Casi sin darme cuenta, me vi inmerso entre una densa niebla que no me permitía ver un árbol hasta que ya estaba debajo de su copa, tenía que elegir una encina, dejar el material y regresar al coche a por más cosas, y eso sin ver tres en un burro… Lo que tenía que haber hecho en media hora se convirtió en una penosa tarea de tres horas bajo la niebla y con un frío estremecedor. Cuando por fin clareó el día, descubrí con gran desesperación que en mi afán por alejarme del coche, había atravesado la dehesa, situando el hide no en el centro sino en un extremo, mirando hacia la carretera, total, que después de tanto sufrir, las grullas las tendría a la espalda. No me podía resignar a perder la jornada, así que me puse a cambiar el emplazamiento del hide y pasó lo que tenía que pasar, una familia de grullas llegó a posarse cerca de mí y me vieron, sé que me vieron porque no se ponían a tiro, se mantuvieron toda la mañana detrás de la copa de una encina de manera que yo solo les veía las patitas, y con eso no hacía nada. Yo, iluso de mí, no había perdido aún la ilusión, pensaba que éstas atraerían a otros bandos que aún no habían llegado, y como no se podrían esconder todas detrás de la encina, pues ya está: ¡mías!
Pues no, pasaron un montón de bandos sobre mí, hacían amago de posarse, incluso entendí que antes de hacerlo, una de las que llegaban emitía un graznido que era contestado con gran algarabía por mis “delatoras”, y no se posó ningún bando cerca, abortaban el aterrizaje en cuanto las… Que tenía delante daban el “cantazo”.
No pude hacer ni un plano, nada, eso sí, salí de allí pensando que ya casi conocía el lenguaje de las nórdicas.

En otra ocasión pude comprobar lo desconfiados que eran los cuervos, cuando mosqueados con el nuevo arbusto, que era yo, se acercaban a saltitos hasta el cadáver de un pollo que les había colocado esa madrugada para grabarles comiendo. Llegaban a la altura del pollo, lo picoteaban hasta llenarse el pico de trocitos de carne y se marchaban volando hasta una roca cercana donde se lo comían, y vuelta a empezar, así hasta que se lo zamparon todo.

No sé si estarán muy vistos estos comportamientos, pero desde luego, llamaron poderosamente mi atención.

Una curiosidad que he presenciado, observada por los ornitólogos mucho antes de que yo lo viera y que mucha gente no sabe es que los flamencos dejan a sus hijos en la guardería cuando van a buscar alimentos, que éstas guarderías se organizan por edades y que al regresar, los padres reconocen la voz de su pollo (solo crían uno) entre la algarabía de cientos de ellos.

-He leído sobre BBC y National Geographic, ciertas acusaciones acerca de su tendencia en sus documentales de naturaleza a antropormizar (dar formas humanas) a los animales. Las malas lenguas comentaron que existen trucos para ésta clase de documentales. Como utilizar, por ejemplo, hienas amaestradas, cargar con los coches para que los animales les embistan, con lo que supuestamente logran planos espectaculares. ¿Tratan acaso de dramatizar y presentar los hechos de la forma que a la audiencia le resulte más digerible, convirtiendo las escenas en “telenovelas de animales”? ¿Qué opinas tú de todo esto? ¿Tiene veracidad el asunto?

Normalmente, las personas que dicen esas cosas suelen ver los documentales desde una perspectiva errónea. Hoy en día, hay una serie de normas o reglas de oro que todo buen documentalista que se precie de serlo no debe saltarse a la torera.
No se permite bajo ningún concepto causar daño a un animal para grabar una secuencia bien sea para un documental o para una película, de manera que el fin, ya no justifica los medios, por eso ves en los créditos la típica frase de que “para la obtención de estas imágenes no se ha causado daño alguno a ningún animal”. Eso significa, que si hay sangre, ésta debe ser totalmente fortuita y no provocada, y ello obliga necesariamente a buscar formas de simular determinadas secuencias. Desde hace muchos años, las distribuidoras europeas rechazan las secuencias de prelación en las que se vea por ejemplo a un lobo matando (realmente) a una oveja.
Si alguien utiliza malas artes o artes prohibidas para conseguir una secuencia… lo desconozco, pero sí puedo decir que aquí en España estos temas están muy controlados, de hecho, si pides un permiso para rodar en un lugar donde esté en juego la integridad no ya de una especie en peligro, sino del mismo ecosistema que la sostiene, automáticamente te lo deniegan.

Se polemiza también por el hecho de usar animales troquelados para los documentales, críticas que llegan incluso de la mano de fotógrafos de la Naturaleza que conocen perfectamente las dificultades que conlleva el acercamiento físico a determinadas especies…
Vamos a ver, un documental no es un reality show, para eso ya hay una modalidad que es la fotografía con cámara dotadas de detección por infrarrojos que se utilizan en zonas de paso para controlar y estudiar las poblaciones oseras, por ejemplo.
Si quieres ver un documental de calidad, en el que te puedas sentir realmente cerca de los protagonistas, no en cuanto a distancia sino en cuanto a sensaciones, habrá que usar planos preparados, planos imprescindibles desde el punto de vista cinematográfico, porque así lo exige dicho lenguaje, y así es como realmente se llega al público, así lo hizo Félix R. de la Fuente y así lo hacen los que le siguen.
¿Resta credibilidad esta técnica al documental? El hecho de que un guionista se permita ciertas licencias poéticas en un trabajo de este tipo, lo que consigue es influir más sobre nuestra sensibilidad. ¿Eso es malo?, en la pregunta anterior sobre cómo se construye un documental, olvidé mencionar que cualquier documental serio debe pasar a un examen científico previo a su publicación, es decir está convenientemente asesorado por biólogos, es más, la mayor parte de los que los hacen, lo son, es decir, que por mucho que personifiquemos el comportamiento de una especie o un ejemplar, no estamos mintiendo, es decir, no hay fraude, es un hecho probado como decía antes que los flamencos dejan a sus hijos en una zona, todos juntos y cuidados por unos pocos, muy pocos adultos, ¿No podemos llamarlo guardería?, ¿No podríamos decir que los adultos que se quedan son las niñeras? ¿Estamos mintiendo si lo hacemos?, definitivamente no. ¿Es una telenovela animal?, puede que sí, apela a nuestra sensibilidad, claro que sí, de eso se trata.
Al principio del documental “El Latido del Bosque”, el narrador habla del paso del Estrecho por parte del águila culebrera, podría haber dicho que regresaba a los Alcornocales de Cádiz para criar, pero no dice eso, dice que regresa a “su bosque… nuestro bosque”, fue una frase que no olvidaré en la vida, en esas cuatro palabras se expresan muchas cosas, trata al águila como si ella sintiera algún tipo de afecto por un lugar que además es nuestro, que somos nosotros los que debemos cuidarlo y protegerlo porque forma parte de nuestros tesoros naturales… solo a un necio se le puede ocurrir en ese momento pensar: ¡Si, hombre, va a pensar eso el águila!

Pues ya sabemos que no, por cierto, el poeta fue Fernando López-Mirones.

De cualquier forma, nos estamos moviendo en el terreno de la opinión, y la mía es que no veo pecado en la “Disneyficación” de la conducta animal, sino todo lo contrario.

-¿Cuál sería tu mayor aspiración a realizar en lo que a ésta labor se refiere?

Pues que todo lo que yo haga, sirva de iniciación a mis hijos, y no como testimonio de lo que ellos ya no pueden ver porque ha desaparecido.

Ver vídeos documentales de Roberto Prada Alfonso 

Comentarios

Entradas populares