Puedo escribir los textos más amargos esta noche...



1er escrito de la noche:

Oh, Dante, ¡Díctame las páginas hacía tu infierno! ¡Perturba mi sueño amargo! ¡Muéstrame el reflejo de todos tus rostros; el inútil batir de mis alas! ¡Lléname con el humo de tus alabanzas!
Porque es mi camino un círculo: ni curvo ni recto, y conmigo acarreo la velocidad del infortunio. Y como tren hacía el abismo, voy hacía la nada, el nunca.
¡Ah, infierno! ¡Me haces esclava de tu mal! A la vuelta de la esquina, me esperan tus brasas: un pasado de dolores, un futuro sin certeza: huellas sin zarpadas.
Señales por engendrar signos mudos, vocablos sordos,verbos sin destinatario.
No es un problema de mi boca,ni de las articulaciones, ni tampoco de las falanges,ni ocurre que tenga un laberinto sin salida en alguna zona de mi alma comprometida con tu carne.Mis signos se extenúan,extravían y se debilitan,porque mí pasado construyó un muro,un escudo impenetrable, de tú destino al mío, de tibias tristezas.

¿Qué más que evocar al frío como a un arma?, ¡Para doblegar mi voluntad a la tuya!
Para aguardar las entrañas publicadas de un cielo; el juicio que retumba entre trompetas, oprimiendo algún laberinto.
Por el cristal de un sueño he vislumbrado las altas pirámides del tiempo, definido entre tinieblas. Oh, Infierno, que al fondo de los años guardas un remoto jardín, que ni Dios ofrece para alegrar los méritos del justo.
Orbes de luz, concéntricas teorías de sagrarios, privilegios, querubines,
y caídos; espejos ilusorios de las almas; profundidades de la rosa sangrienta; esplendor aciago , natal sabor de la sangre.
En mi misericordia no hay jardines ni luz de una esperanza o de un recuerdo, tan sólo brasas y cenizas.
2o escrito de la noche:
Los corazones que albergan la tristeza y la miseria que deja, como resíduo, la desconfianza extrema, son el hogar predilecto de los sádicos que habitan el mundo.
Corazones, que en el interior guardan cientos de amarguras, aflicciones que nadie puede dar por ciertas, porque ignora de qué manera fueron vividas: las crónicas de un pasado inmerecido.

Se diría que, iluminados y sombreados al mismo tiempo por una extraña sabiduría, esos corazones comprenden que su verdadera historia fue y estará siempre escrita en las páginas invisibles para el mundo circundante del laberinto de su propia maldición. Tal vez comprendan, desde la profunda soledad que genera esa condena que encierran, que todo cuanto emprendan, les llevará a recorrer una y otra vez las heridas de su pasado, destruyendo así el valor de todos sus valores y de los que quedaban por salvar.
Es difícil comprender, que bastando una pequeña parte de un recuerdo oscuro, se vengan abajo reviviéndolo todo. Es la maldición. Malditos desde entonces, no logran olvidar lo que han presenciado.
Tampoco negarán, que sellados, no lograrán abrirse, habiéndose condenado. En cuanto a lo que el destino les reservaba a cada uno de ellos, el tiempo ha borrado las huellas de toda esperanza. Ningún sueño de amor sigue vivo. Y esos soplos de sentimiento, herméticos en sus interiores, mueren de asfixia.
Ésta madrugada, mientras escribo al amanecer estas líneas, los primeros rayos de luz del crepúsculo, me tienden sus brazos. “Agárrate” me gritan, pero ni siquiera deseo alcanzarlos.
Miro a mi reloj de muñeca, a punto de completar su círculo en completa soledad…

3er escrito de la noche:Escucho un cuento en mi alma; dormida sueño las más extraordinarias historias y serena, las fantasiosas imaginaciones son las que forman el perenne telón de mis cavilaciones. A galope entre las historias y mi vida, las palabras se enfilan en mi mente como un ejército de soldados dispuestos a defender una causa: mi dignidad. La historia se halla desde siempre compuesta en mi cabeza y se está organizando en frases. Secuenciadas oraciones hierven en mi mente, saltan de impaciencia por salir de mi boca y bañarse en mi tintero, como si llevaran siglos planeando este instante. Repito mi secreto en soledad con la lengua repleta de sílabas, el alma llena de sensaciones: las de saber cosas que no debe saber nadie, hechos que sucedieron y que no debieron suceder.

Secretos que encierro y no puedo liberar. Una historia, tan preciada, tan terrible, tan bella, tan trágica que tendría que frivolizar al escribirla con tal de disimular su trascendencia, por si no estuvierais dispuestos a leerla. Pues yo, sin embargo, me he acostumbrado tanto a mis propios horrores que puedo olvidar rápidamente el efecto que pueden tener en otras personas. Así que cuando escribo otras historias no las creo con otro fin más que el de encubrir la mía propia, con todo, para evitar que el hermético envase que cubre mi corazón – llamémosle sueño -, se abra y deje filtrar las tristezas de una realidad que no debió parir el tiempo. Si entonces pudierais ver mi cara allí mientras escribo, veríais que adopto una expresión completamente neutra, señal de que me convierto en una médium: yo misma desaparezco para dar paso a la historia que comienza a poseerme.

Entre recuerdo e imaginaciones, fantasía y ensueño se teje el día a día de mi vida. Porque la verdad golpea y las realidades duelen. Por mi sangre circula un código secreto que ninguna narración logrará rescribir: soy terriblemente solitaria hasta lo más profundo de mi ser y me rompe el corazón ver en lo que me he convertido debido a mi propia maldición. A veces, y a causa de los hechos, siento que las demás personas y yo somos dos continentes distanciados por un inexorable océano. Entonces desearía construir un puente para conectar con quien deseo, pero mis gélidas heridas congelan todo sueño desde la desconfianza, viéndome aplastada por la pesada estructura de mi propia cobardía. Así que vivo un tanto retirada de mí misma, replegada en mi corazón mientras sobrevivo en la honda cueva de mi silencio. Y es que nada consigue mitigar el dolor que escondo detrás de mis ojos.
Sub umbra floreo: C.Bürk

Comentarios

  1. ¡Qué fantástico relato! Me ha llegado a lo más hondo del alma. Entiendo a la protagonista, aún sin conocer los hechos que generan su malestar. Es una heroína de su propia vida y circunstancias, de las cuales emerge y otras veces, se hunde en lo más profundo de ellas.
    Avasallador y cercano, para mi, al mismo tiempo.

    Isa

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