Indicios de esperanza (Parte final)
Existe un poder sobrenatural detrás de todas estas falsificaciones que podemos advertir. Puede venir acompañada por señales o prodigios, pero es en todo caso maligno. Este poder engaña “a los moradores de la tierra”. Y aceptamos ese engaño como si fuera parte de la verdad de Dios. Sin embargo, la única vacuna, el único antídoto contra todo engaño es la palabra de Dios, sólo la tenemos que buscar, la tenemos a nuestro alcance.
¿Pero es posible creer en Dios hoy día? ¿Es posible creer en su mensaje a través de las sagradas escrituras? Desde aquí, escucho ahora la ironía en vuestra voz. Voy a sonreír y continuar escribiendo. Hay quienes me vienen a decir que el ser humano no necesita a Dios para vencer. Yo les escucho, atentamente. Los días corren. Comprendo la rebeldía de los ateos, su extraño orgullo intelectual, incluso sus ironías y preguntas de dobles sentidos, intentando desarmarme.
Sin embargo, me duelen sus dolores. Me duelen sus ojos llenos de lágrimas cuando los golpes de la vida los desarma a ellos y no encuentran consuelo y no le ven el sentido, incapaces de reconocer a Dios como única solución a todos los dramas. Quisiera entonces abrazarlos, consolarlos. A nadie juzgo por sus creencias, fe o no fe. Solo amo.La Biblia también nos lo dijo: en esta época llamada postmoderna, abundaría la clase de pensamiento ateo. El problema básico del hombre es el orgullo y la soberbia, que se envanece en sus razonamientos. Nietzsche y otros por igual, clausuraron el “antiguo mundo” decretando la muerte de Dios y la soledad del hombre. ¿Eso es modernidad? Instituciones arcaicas como lo son la iglesia católica, ¿están viviendo hoy a penas por motivos residuales?
Existen muchos que se hacen llamar librepensadores. No quieren compromiso con nada ni nadie. Y mucho menos con algo que nunca pudieron ver ni tocar: Dios. Consideran a Dios una idea arcaica, infantil, una excusa para manipular voluntades débiles. Agredir a Dios está de moda. Tenemos a Michel Onfray con su libro “Tratado de Ateología” en el cual este autor hace un esfuerzo sobrehumano para probar que Dios no pasa de ser un mito superado por el tiempo y nuestra inteligencia. Y dice así en su tratado, repleto de suficiencia propia: “El último dios desaparecerá con el último de los hombres, con el último de los hombres desaparecerá el amor, el miedo, la angustia, esas máquinas de crear divinidades.” Tal vez Onfray esté revolucionando las masas con su manera de pensar, y no es el único. Pero todos tienen en común afirmar que el ser humano es independiente de Dios; afirman que la moral no depende de Dios ni de religión alguna, y por tanto un ateo puede ser ético y bondadoso.
Hoy no creer en Dios, es regla entre los intelectuales. Sé que a mí no me aceptan por defender la fe, pese a escribir articulillos de física cuántica y demás cosas puramente científicas y lógicas. No paro de recibir críticas en mi buzón de entrada del correo electrónico. Me dicen que me hace daño defender la fe. Que no comprarán mis libros. Que me condiciona y que no es serio. Lo que ignoran, es que me he dado una vuelta por el mundo, me he dado una larga vuelta por el mundo de la filosofía, de la cuántica, de la ciencia, por el mundo de los ateos y modernos, pero tras esta vuelta he percibido que el agnosticismo no satisface mis necesidades más profundas del corazón y sé que tampoco los satisface a los demás, por mucho que me lo nieguen. Volví a la emoción de la religión. Re-ligión, me re-ligué a la fe, me reenganché a Dios.
Y el hombre se hunde cada vez más en las arenas movedizas de su raciocino. Vivimos fascinados por la ciencia, por la tecnología, pero seguimos necesitando a Dios. Como nos resulta pasado de moda, lo negamos y buscamos en la astrología, en el ocultismo y en las artes adivinatorias nuestra necesidad de fe. Y nos lleva a ello la profunda necesidad espiritual de nuestro propio ser, el vacío interior, la falta de sentido ante la vida, más allá de lo efímero y material.
Y por supuesto que nadie acepta que le digan qué tienen que hacer. Hacemos nuestra necesidad de creer según nos convenga, sin esfuerzo, instantánea, como instantáneas se nos ha vuelto todo en esta vida (veamos nuestras amistades en Facebook).
El esoterismo aprovecha nuestro vacío para instalarse y marcar presencia. Sin embargo, cuando las cosas se nos ponen feas, nos acordamos de Dios (y me recuerdo de la historia de Job…) Entonces secularizados creemos en Dios, pero Dios no pasará de ser un simple nombre, un clavo al que nos agarramos, un detalle, una especie de amuleto como una carta del tarot, que nos sirve en las horas apremiantes. No existe más compromiso con él. Pasada la calamidad, la persona vuelve a vivir como si Dios no existiera.
La única diferencia entre un pagano y un cristiano secularizado es que esté último se acerca a la institución, se hace “miembro del club religioso”. Si va a misa no lo hace para acercarse a Dios, sino muchas veces para observar los cultos. Si el “producto” agrada, vuelve, si no, seguirá buscando y llamando a las puertas de otras creencias o instituciones más “cómodas”.
Aceptemos o no a Dios, Jesús de Nazaret murió por todos nosotros, ateos o no ateos, humildes o soberbios. Los que le escupieron y los que lo crucificaron. Y la buena noticia es que Dios no permitirá que el hombre se destruya a sí mismo. Dios ama al ser humano. Y así intervendrá en su historia y colocará un punto y final a todos los desatinos y a las confusiones del ser humano.
El amor de muchos se ha enfriado. Rivalizamos con el prójimo, le tememos, nos defendemos del otro. ¿Pero aun te dan ganas de extender tu mano, de seguir ayudando pese a lo que ves? Entonces tu espíritu cristiano te está empujando. La maldad está aumentando y las personas solidarias disminuyen. Es debido a los vacíos en los corazones. El mundo vive sobre erotizado. Buscamos el alivio en los placeres mundanos y en las drogas. ¡Pobres hombres!
Los que permanecemos en nuestras trece y defendemos la fe y la moral que conlleva un esfuerzo, somos causa de persecución en estos tiempos. Hablo por experiencia propia. Así anuncia San Mateo 24:9 :” Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”…
La mayoría optará por el camino fácil. Algunos, sin embargo optamos por el transcurrir dificultoso con el nombre de Dios sobre nuestras lenguas y en nuestros ojos. Y vuelvo al punto de partida: todo está en juego, pero a la vez estamos a salvo. De acuerdo al Apocalipsis, en los últimos tiempos existirá un gran poder que tendrá mucha autoridad, será seguido y respetado por las multitudes, seguido y homenajeado por los grandes dirigentes del mundo. Este poder tendrá mano de hierro para perseguir a los que no acepten su autoridad y no se someten a él. ¿Quiénes serán esos? Los que insistirán en ser fieles a Jesús de Nazaret y a su Palabra. Pero hay más: la profecía anuncia que en los días finales también surgirá ese gran poder político que mencioné al principio de mi escrito. Un poder político que pretenderá apoyar el poder religioso que recibió la autoridad del “dragón”. El apóstol Juan nos lo describe: “ Vi otra bestia que subía de la tierra y hacía que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”.
¿Notáis de quién hablo? Hay quienes serán perseguidos terriblemente. No podrán moverse sin la marca de la bestia. Pero para saber qué es, primero hay que conocer la marca de Dios. Si el dragón marcará a sus seguidores, es también cierto que Dios marcará a los suyos.
Estamos en los anales de la historia más importante del mundo y muchas personas siguen queriendo ignorarlo. Hay dos “comandantes”. Y ambos tienen sus seguidores. Ambos identifican a sus hombres. El enemigo conoce los planes de Dios, conocela Biblia , conoce la verdad y la mezcla con la mentira para confundirnos. Es el príncipe de este mundo, el príncipe de la mentira, de la seducción. Resultado: la multitud le sigue, le obedece sin ni tan siquiera concienciarse, creyéndose libres. Pero hay otro grupo que sigue los mandatos de Jesús. Y este grupo no se deja engañar. El dragón desatará toda su ira contra este grupo de personas, a través del poder político y religioso, y comenzará la mayor persecución religiosa de todos los tiempos. Así está profetizado. No habrá cómo evitarlo. Pero será la señal, la proximidad de Jesús, y no habrá que asustarse.
¿Hay que estar atemorizados? En absoluto. Porque el Altísimo cuidará de nosotros, con su amor y perdón infinitos. En el horizonte se enciende la luz de la esperanza, es su luz, la luz del Padre. Nadie puede interferir. El mundo ya es un fruto maduro, a punto de ser recogido. Cristo es quién vendrá a ponerle punto y final, nadie más. Viene a llevarnos con él. Viene a dar fin al pecado y a la confusión. El vuelve para decirte que nunca perdió la esperanza de volver a verte. Porque tú eres lo más valioso para el Padre. Así como eres, con todos tus pecados, confusiones y desvaríos humanos. Con tus tristezas y tus alegrías, con tus búsquedas y pérdidas. Con tus luchas y conflictos. Tú eres lo más valioso que ha creado con su amor. Un ser de amor, que olvidó el amor en el escenario de la confusión y la ofuscación. A Dios le importas. Pero eso, hace dos mil años, vino a morir clavado a una cruz, vino a morir por ti, por todas tus confusiones y tus rechazos y volverá a llevarte a su vera. ¿Estáis listos?
Las respuestas las tenéis en vosotros. Solo de vosotros depende.
Claudia Bürk
¿Pero es posible creer en Dios hoy día? ¿Es posible creer en su mensaje a través de las sagradas escrituras? Desde aquí, escucho ahora la ironía en vuestra voz. Voy a sonreír y continuar escribiendo. Hay quienes me vienen a decir que el ser humano no necesita a Dios para vencer. Yo les escucho, atentamente. Los días corren. Comprendo la rebeldía de los ateos, su extraño orgullo intelectual, incluso sus ironías y preguntas de dobles sentidos, intentando desarmarme.
Sin embargo, me duelen sus dolores. Me duelen sus ojos llenos de lágrimas cuando los golpes de la vida los desarma a ellos y no encuentran consuelo y no le ven el sentido, incapaces de reconocer a Dios como única solución a todos los dramas. Quisiera entonces abrazarlos, consolarlos. A nadie juzgo por sus creencias, fe o no fe. Solo amo.
Existen muchos que se hacen llamar librepensadores. No quieren compromiso con nada ni nadie. Y mucho menos con algo que nunca pudieron ver ni tocar: Dios. Consideran a Dios una idea arcaica, infantil, una excusa para manipular voluntades débiles. Agredir a Dios está de moda. Tenemos a Michel Onfray con su libro “Tratado de Ateología” en el cual este autor hace un esfuerzo sobrehumano para probar que Dios no pasa de ser un mito superado por el tiempo y nuestra inteligencia. Y dice así en su tratado, repleto de suficiencia propia: “El último dios desaparecerá con el último de los hombres, con el último de los hombres desaparecerá el amor, el miedo, la angustia, esas máquinas de crear divinidades.” Tal vez Onfray esté revolucionando las masas con su manera de pensar, y no es el único. Pero todos tienen en común afirmar que el ser humano es independiente de Dios; afirman que la moral no depende de Dios ni de religión alguna, y por tanto un ateo puede ser ético y bondadoso.
Hoy no creer en Dios, es regla entre los intelectuales. Sé que a mí no me aceptan por defender la fe, pese a escribir articulillos de física cuántica y demás cosas puramente científicas y lógicas. No paro de recibir críticas en mi buzón de entrada del correo electrónico. Me dicen que me hace daño defender la fe. Que no comprarán mis libros. Que me condiciona y que no es serio. Lo que ignoran, es que me he dado una vuelta por el mundo, me he dado una larga vuelta por el mundo de la filosofía, de la cuántica, de la ciencia, por el mundo de los ateos y modernos, pero tras esta vuelta he percibido que el agnosticismo no satisface mis necesidades más profundas del corazón y sé que tampoco los satisface a los demás, por mucho que me lo nieguen. Volví a la emoción de la religión. Re-ligión, me re-ligué a la fe, me reenganché a Dios.
Y el hombre se hunde cada vez más en las arenas movedizas de su raciocino. Vivimos fascinados por la ciencia, por la tecnología, pero seguimos necesitando a Dios. Como nos resulta pasado de moda, lo negamos y buscamos en la astrología, en el ocultismo y en las artes adivinatorias nuestra necesidad de fe. Y nos lleva a ello la profunda necesidad espiritual de nuestro propio ser, el vacío interior, la falta de sentido ante la vida, más allá de lo efímero y material.
Y por supuesto que nadie acepta que le digan qué tienen que hacer. Hacemos nuestra necesidad de creer según nos convenga, sin esfuerzo, instantánea, como instantáneas se nos ha vuelto todo en esta vida (veamos nuestras amistades en Facebook).
El esoterismo aprovecha nuestro vacío para instalarse y marcar presencia. Sin embargo, cuando las cosas se nos ponen feas, nos acordamos de Dios (y me recuerdo de la historia de Job…) Entonces secularizados creemos en Dios, pero Dios no pasará de ser un simple nombre, un clavo al que nos agarramos, un detalle, una especie de amuleto como una carta del tarot, que nos sirve en las horas apremiantes. No existe más compromiso con él. Pasada la calamidad, la persona vuelve a vivir como si Dios no existiera.
La única diferencia entre un pagano y un cristiano secularizado es que esté último se acerca a la institución, se hace “miembro del club religioso”. Si va a misa no lo hace para acercarse a Dios, sino muchas veces para observar los cultos. Si el “producto” agrada, vuelve, si no, seguirá buscando y llamando a las puertas de otras creencias o instituciones más “cómodas”.
Aceptemos o no a Dios, Jesús de Nazaret murió por todos nosotros, ateos o no ateos, humildes o soberbios. Los que le escupieron y los que lo crucificaron. Y la buena noticia es que Dios no permitirá que el hombre se destruya a sí mismo. Dios ama al ser humano. Y así intervendrá en su historia y colocará un punto y final a todos los desatinos y a las confusiones del ser humano.
El amor de muchos se ha enfriado. Rivalizamos con el prójimo, le tememos, nos defendemos del otro. ¿Pero aun te dan ganas de extender tu mano, de seguir ayudando pese a lo que ves? Entonces tu espíritu cristiano te está empujando. La maldad está aumentando y las personas solidarias disminuyen. Es debido a los vacíos en los corazones. El mundo vive sobre erotizado. Buscamos el alivio en los placeres mundanos y en las drogas. ¡Pobres hombres!
Los que permanecemos en nuestras trece y defendemos la fe y la moral que conlleva un esfuerzo, somos causa de persecución en estos tiempos. Hablo por experiencia propia. Así anuncia San Mateo 24:9 :” Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”…
La mayoría optará por el camino fácil. Algunos, sin embargo optamos por el transcurrir dificultoso con el nombre de Dios sobre nuestras lenguas y en nuestros ojos. Y vuelvo al punto de partida: todo está en juego, pero a la vez estamos a salvo. De acuerdo al Apocalipsis, en los últimos tiempos existirá un gran poder que tendrá mucha autoridad, será seguido y respetado por las multitudes, seguido y homenajeado por los grandes dirigentes del mundo. Este poder tendrá mano de hierro para perseguir a los que no acepten su autoridad y no se someten a él. ¿Quiénes serán esos? Los que insistirán en ser fieles a Jesús de Nazaret y a su Palabra. Pero hay más: la profecía anuncia que en los días finales también surgirá ese gran poder político que mencioné al principio de mi escrito. Un poder político que pretenderá apoyar el poder religioso que recibió la autoridad del “dragón”. El apóstol Juan nos lo describe: “ Vi otra bestia que subía de la tierra y hacía que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”.
¿Notáis de quién hablo? Hay quienes serán perseguidos terriblemente. No podrán moverse sin la marca de la bestia. Pero para saber qué es, primero hay que conocer la marca de Dios. Si el dragón marcará a sus seguidores, es también cierto que Dios marcará a los suyos.
Estamos en los anales de la historia más importante del mundo y muchas personas siguen queriendo ignorarlo. Hay dos “comandantes”. Y ambos tienen sus seguidores. Ambos identifican a sus hombres. El enemigo conoce los planes de Dios, conoce
Las respuestas las tenéis en vosotros. Solo de vosotros depende.
Claudia Bürk
"La más pequeña de las cosas creadas prueba la existencia de un creador.." Es muy cierto lo que dices está de moda entre los intelectuales ser ateo. Una pena. Pero un buen ser humano debe ser tolerante con cualquiera que no profese su fe. Saludos. Andrea
ResponderEliminarhttp://lamonitalisa.blogspot.com/
Estoy de acuerdo con todo lo que expones en este escrito, pero se puede tener Fe, y creer en Dios, que pudo ser representado en la tierra no tan solo por Jesucristo, también lo represento Byda con sus enseñanzas...
ResponderEliminarAntes de situar la Astrología informate bien, no pertenece al mundo del ocultismo, es algo muy cientifico, reconocido en muchos paises, si no dimelo a mi que este tema lo domino bastante. En cuanto al tarot y otros tema estoy de acuerdo.
Tu amiga que sabes que te quiere con locura Piolin.