El arcángel Miguel


(Imagen: cuadro de Ricardo Muñoz titulado "La desventaja")

El arcángel Miguel

Él es el líder que lidia contra todas las batallas internas, contra las hogueras llameantes que prendió Lucifer en nuestros inocentes corazones y en este mundo. Miguel esgrime su espada de fuego en defensa del Dios Todopoderoso. Yo, servidora de su divina gracia, hablo con el fervor de su voz, mientras, junto a él, lucho por el cumplimento del plan del Creador, atrayendo al hombre de vuelta a su divina morada, en pos de un propósito universal. Escucho su llamada, ardiendo en mí el fuego sagrado. Anhelo que podáis leer mis mensajes para comprometeros con vosotros mismos y ser consecuentes con las decisiones a tomar, atendiendo a las pistas que dibujaré por medio de trazos y que me han sido otorgadas.

Al servicio de la luz, armada de luz, hago uso del poder de la palabra para llevarla al mundo en su defensa y por su salvación. En consonancia con sus palabras YO SOY EL QUE SOY, junto a los que vienen sufragando las culpas del antiguo pecado, viene Miguel a proteger sus servicios. Es él el capitán del ejército iluminado del que formo parte. He ahí conmigo, Miguel, el guardián de la llama de los justos, el príncipe de los verdaderos, el que liberará la palabra de su mundana impureza, el que prepara los lugares, tiempos, espacios y universos para la gran batalla final, afianzando el sancta sanctorum del UNO. Vigilante del Vigilante de la noche, emprende con todos nosotros la sagrada encomienda, a fin de que el mundo quede redimido de los oscuros.

He venido a alistarme a su milicia, a luchar por los inocentes y a levantar el telón de la mentira del caído. Quienes no estén conmigo, no están contra mí, pues la tolerancia es la reina y soberana implícita que hace aceptar las dudas que recaen sobre las corazas ajenas. Pero es mi deseo que vuestras vacilaciones se desvanezcan y seáis conscientes de la labor que se ha de llevar a cabo. Dios ha implantado en mi corazón la gracia de la renuncia: el acto de mi dolor precede a las alegrías del mundo. Donde Dios ponga su fuego, allí estará el mío. Donde ponga su mano, allí pondré la mía, y donde Dios exija vida, yo pagaré su súplica con la mía propia. Ciento cuarenta y cuatro mil espadas y otra al mando, dirigen a la legión del Todopoderoso, los hijos servidores, hacia la noche de los tiempos, blandiéndose por los abnegados para que nunca más tengan que ser el blanco de la octava de Satán.

De toda palabra viviente forjaré las espadas en nombre del diamantino corazón de Cristo. Partirán en dos al carcelero de los inocentes y con los huesos del primero, se forjarán las llaves de la libertad que abrirán las jaulas de los castos de corazón y de acción. A través de mí hoy y de mi presente, testimoniará mi expresión de lo que es arriba —así como abajo—, para que todos podamos volver a mirar a lo alto. Es en el regazo de este tiempo cuando nos llegará el Gran Evento Anunciado. Ansío nombrar con mis palabras lo que no tan solo lo abarca el abrazo, el deseo y la pasión. En verdad diré que eso sí será hablar de Amor. Esculpiré con la devoción inquebrantable de los santos la conjunción entre la verdad y las meras apariencias, entre el destino verdadero y su sola conjetura.
Obediente a mi patrón interno, respondiendo ciega a mi dádiva, dócil ante el mandato sin retorno, entregaré a aquél que ES mi abundancia y recurso. Gracias a la disciplina del que nos precedió, daremos cada paso templando nuestras propias culpas.

Nuestro objetivo es la derrota final de la llama pecaminosa del Adversario. Nosotros, los hijos servidores, nos erguimos en humildad cósmica confirmando la palabra con la acción. Somos los valientes de renombre, forjados en las sombras de los actos inadvertidos a los ojos de los hombres. Actuamos sin divulgación alguna de nuestras labores. ¡Afrontamos la prueba! Afrontamos la desventaja de ser extinguidos y suprimidos de toda faz universal con tal de equilibrar el desbarajuste que ocasionaron los que deliberadamente cayeron juntos a la bestia.

El amor de Dios no falla: somos sus ejecutores. Atendemos a cualquier ruego humano, por inaudito que éste sea, para llevarlo sobre las alas de Miguel ante el Todopoderoso, cuya respuesta alcanzará a los suplicantes de inmediato, aunque no siempre comprendan la señal. Abriremos vuestros ojos internos para que muy pronto todos conozcamos la eficacia y plétora de la encomienda que traen consigo los Elohim. Todos y cada uno, somos asunto del Padre Creador que nos espera con los brazos abiertos en el origen de sí mismo. «En verdad os digo que Dioses sois», dijo aquél que nos precedió y por ello lo crucificaron.

Y bien cierta era su afirmación, pues en contra de lo que muchos creen, no todo Dios es un ser superior a los demás: ello es lo que nos inculcan para que nos quedemos quietos y no nos demos cuenta de nuestro poder asociado, infravalorándonos y destituyéndonos a pormenores de la vida cotidiana.
Venimos a reforzar su palabra. Y la palabra se erige cual escudo, protegiendo las vulnerabilidades y debilidades humanas que Satanás osó utilizar contra ellos y en pos de su oscuro reino. Somos la blanca hermandad, herederos del pecado de los caídos, como vosotros lo sois del pecado de Eva. En verdad, os hablamos.
Sé sencillo, espontáneo y verdadero. Y no vivas preso, como lo hace el mundo en manos del caído, que coexiste con la hipocresía, el engaño y el condicionamiento.

Lo mundano te llevará a la rutina y a lo limítrofe. De ahí irás a la indiferencia, de donde surge la ansiedad y el conflicto. Busca la VERDAD, tal y cómo la llevabas en ti al ver la luz del mundo en el que naciste. Ésta te conducirá al Conocimiento y éste, a su vez, a la sabiduría en la que vienen contenidas: plenitud, auto-realización, integridad y felicidad. No le tengáis miedo a nada, tan solo a vuestras propias obras. La única verdad es con la que habéis venido y que olvidáis que está en vuestro interior la Verdad de Dios. Lo demás es ilusión. Hermanos nuestros, ¿qué elección tomaréis?

Extracto de mi novela "Las nueve ventanas de Jeanne Bardèot".

Comentarios

  1. Palabras, Claudia, que solo entenderán unos pocos. Es por estos escritos por los que luego se nos persigue, porque no ven el mensaje de amor que en ellas existe.

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