Oración personal

Pater noster qui es in coelis...

¡Carga sobre mis alas los pecados del mundo!

¡Haz de mi camino el bastón de los hombres que proteja sus pasos! ¡Devuélveles a ellos la paz que mis días necesitan, mientras matas sus horas con mis segundos y déjales abrazar cada instante para que te hallen! ¡Regálales a ellos la luz donde enciendes mi soledad en forma de esperanza y de vida eterna!

Pater noster qui es in coelis…

¡Tuerce en mí las noches del mundo como filos de espada!
Porque para pagar antiguos pecados, he caído del cielo.
Para devolver el sosiego a los hombres he sido llamado.

¡Une mis manos en una oración, mientras espero que abras las tuyas al mundo! Porque en la injusta división de tu orden, los hombres se llevan el dolor y nosotros la eternidad.

¡Revélales tu presencia – residente en los ataques de los reflejos – para que puedan encontrar sus destinos! Libera a los hombres del corredor de sus vidas. ¡Dales la certeza eterna! ¡No dejes que su humildad se haga corrupta; y si ellos te vuelven la espalda, déjame abrazarlos contra tu pecho!

¡Señor, deja que sea el camino de los hombres que conduce a ti, porque si no, perdidos quedarán mis pasos por este mundo!

Pater noster qui es in coelis…

Sobre la vereda de tu alma yo navego sin queja saldando mi deuda, mientras enmudece la voz de los siglos y tu voz repica entre las campanas de una sonrisa.

Yo voy quebrando las manos que los hombres no te estrechan, en la prieta soledad de mi alma, cuando una sonrisa ya haya dejado de volar, desde ti – Amor de Dios – hacia la calma.

¡Despoja a la humanidad de los sinsabores del tiempo, y condúcelos hacia el océano universal de tu infinito amor!

Mansamente deja que tome el remo de tus hijos, aunque se empeñen en remar a contra corriente. Porque en la noche, mientras duerma el mar, sus sueños viajarán sin resistencia, callando abnegaciones, aleves de gozos y de sombras, fiel arpegio los mueve.

¡Desciende, OH señor, sobre los angustiosos, que pacientes sufren y callan,
sobre las miradas del niño cuestionando,
sobre los amores entregados y los nunca recibidos,
sobre los que buscan la paz sin hallarla,
sobre las almas en lucha, que aun riendo, lloran,
sobre los que aman en silencio y los que no hallan consuelo!

Pater noster qui es in coelis…

¡Dales la gloria eterna, para que mi amor por toda la humanidad deje de agonizar tan tristemente en la luz de tu castigo eterno!

Sanctificetur nomen tuum.

Amén.

Sub umbra floreo: C. Bürk

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